viernes, 27 de mayo de 2011

SAN POLICARPO Y LOS MÁRTIRES DE LYÓN


El martirio de San Policarpo, Obispo de Esmirna se relata en una carta enviada por la comunidad de Esmirna a otra comunidad de Filomeno en la Frigia –Asia Menor- y a otras iglesias para contarle la muerte violenta de su santo Obispo.

San Policarpo se había retirado a una quinta o finca a las afueras de la ciudad para huir de la persecución a favor y bien de su propia comunidad. Pero un esclavo lo traiciono y lo descubrió y fue apresado por los soldados. El anciano Policarpo se comporta con sus perseguidores y enemigos con gran hospitalidad, les da de comer y beber hasta saciarse, e incluso por el camino hasta el anfiteatro el jefe de la policía trata de convencerlo para que apostate.
La gente al ver al anciano Policarpo le animaba, luego llega el proceso, el interrogatorio y amenazas para cambiarlo de idea, le obligaron a jurar por el genio del emperador. La respuesta final es la habitual: “Christianus sum...”. Policarpo trata de instruir en la fe al acusador y le amenaza con el fuego del infierno. Acto seguido leen la sentencia y preparan la hoguera pero como las llamas no le hacen daño, un sicario lo apuñala, se inclina el cadáver y los cristianos le dan honrosa sepultura. Termina el conocido relato con una loa del anciano mártir y una invitación a imitarlo –imitatio-.
A los 10 años del martirio de San Policarpo llega también a Frigia una carta de las comunidades galas de Vienne y de Lyón –Lugduni- que contaba una cruenta persecución en aquellas comunidades. Había una buena relación entre las comunidades con Esmirna y con las comunidades matrices o primeras de la Frigia en Asia Menor.
Primero prohibición de reuniones, encarcelamientos, interrogatorio en el foro, confesión de los mártires y consiguientes torturas, acusaciones de ateismo y de omitir la adoración –ateos- y la devoción –asebes- a los dioses del imperio.
Cuentan que muchos han apostatado: los “Sacrificati” que cedieron a la suplicatio y adoración; los “Turificati” que ofrecieron incienso a los dioses y los “Libelatici” que adquirieron un libello o “tesera” para librarse del martirio.
La carta habla de muchos mártires como un tal Santo, diacono de Vienne y el neófito Maturo, Atalo, Blondina y otros, todos confesaron su fe junto con Pontino, Obispo de Lyón que con 90 años murió en la cárcel a causa de las crueles torturas. Algunos apostatas al ver el ejemplo se convierten de nuevo y se suman a sus compañeros.
Al final se pronuncia la sentencia de muerte con la decapitación y no dejan en paz a los cadáveres, no le dan sepultura para que los coman los perros luego se queman los restos y se arrojan al río Rodano para de alguna manera destruir y aniquilar la esperanza y la posibilidad de la resurrección.
Los que resistieron y quedaron vivos que fueron los que enviaron la carta –se quieren llamar no mártires sino “confesores” –omologi-.

D. Manuel Latorre de Lafuente

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