
Me refiero a la literatura griega-paleocristiana porque el cristianismo nació en este medio cultural y ambiguo: griego- latino.
Desde la conquista de Grecia por los romanos sobre el año 147
El movimiento de expansión del imperio era de occidente a oriente mientras el cristianismo se extendía de oriente a occidente. El joven cristianismo aprovechaba la expansión del imperio como alfombra y también la cultura del judaísmo en la diáspora helenista.
Tanto el judaísmo como los primeros cristiano conocían y usaban la misma Biblia Hebrea llamada “Septuaginta o de los Setenta” traducida al griego en Alejandría por los 70 sabios. Era un griego popular, fácil, común –Koiné- muy conocido y usado sobre todo en la liturgia, en el culto, en las homilías y en las predicaciones. Eran familiares y corrientes muchos vocablos semíticos traducidos al griego por ejemplo: “Doxa” que era la gloria de Dios. ahora tenemos el vocablo “Doxología” que es la asamblea de la Iglesia o reunión. “Apóstolos” que era cada uno de los doce apóstoles. “Gaptismo o Photismos” por la imagen de la luz en griego “Phos- Photos”. “Eucarestía” o buena gracia –Santa Misa-.
En la iglesia siempre hubo en todas las épocas “Apologistas o defensores de la fe” pero por antonomasia se llama tiempo de los “Apologistas griegos” a los siglos II y III que Irán dejando paso a los Apologistas latinos a partir del siglo IV en adelante cuando aparecen las traducciones y sobre todo cuando San Jerónimo hace la traducción de la Biblia desde el griego a un latín fácil, común, vulgar –La Vulgata- así es conocida la primera traducción de la Biblia.
En aquel tiempo, siglos II y III donde primaba más la cultura o helenización de Grecia –geografía, status, ambiente y cultura- nacieron naturalmente los grandes Apologistas Griegos: San Justino, Atenagoras, Cuadrato, Teofilo, Milciades, Apolinar de Hierápolis, Aristón de Pella, Melitón de Sardes, Arístides etc.
LOS Apologistas latinos florecieron naturalmente conde imperaba la cultura latina y en la geografía menos helenizada como en Roma, Francia, España, norte de África: San Ireneo de Lyón, Minucio Felix, San Hipólito, Tertuliano, San Cipriano y Lactancio.
Manuel Latorre de Lafuente
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