CRESTOMATIA 410

Año de la fe... La celebración del Año de la fe quiere ayudar
a los hombres a colocar su vida dentro del marco de la fe, de
Dios, de Cristo, de la Iglesia, de la gracia y de la eterna
felicidad y de la verdad...El Papa ha mandado celebrar este Año de la fe
porque ve al hombre de hoy claramente descolocado, fuera de
la pista y caminando a la deriva y a palo de ciego...Hay un
peligro óntico - real - en los hombres, de vicio y
desenfoque - in radice - y que la fe puede desmontar...La
fe hace la mejor fotografía del hombre que es una “
realidad paradójica “ que un ser grande y magnífico por
su creación - en la cima -, frágil y pobre por la
caida-pecado -, admirable por la redención - oh felix
culpa -, una y única simbiosis de tiempo y eternidad,
fuerza y debilidad, pecado y esperanza, humano y divino...La
fe le enseña que su sitio en la cima de la creación - en la
punta de la pirámide - como única creatura inteligente - es
dar gloria a Dios por encima de todas sus urgentes
necesidades...Es la primera petición y súplica de salida,
primer gemido de la creatura-inteligente hacia su Creador: “
Primero saludo “ Padre nuestro “ y luego petición
óntica y fundamental, colocarse en su sitio y desde ahí
empezar desgranar su vida: antes, ahora, después, en un siglo
o en el otro, corta o larga vida, con salud o sin ella, a la
hora de la muerte y eternamente en el Cielo...Año de la
fe...Tener clara esta idea y vivirla es la regla de oro de
todas las sabidurías, de todas las metafísicas y de todas
las filosofías para el comportamiento humano...La fe
califica a cada persona como una realidad capaz de ser
libre, capaz de amar y de vivir eternamente...Para entender el
misterio del hombre es necesario penetrar en el misterio de
Cristo donde Dios ha querido revelar los designios del
género humano para coronar su Creación...Es dificil definir
y entender al hombre al margen de Dios...Toda la felicidad
que anhela no la puede encontrar nunca en el espejismo que
le ofrece la ambición, el egoismo, el placer, el dinero, el
éxito, sino que, al final, necesita para aquietar su
innata y eterna ansiedad de felicidad de la fe, de la esperanza y del
amor, marcos y realidades que definen al hombre y a
Dios...
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