viernes, 27 de mayo de 2011

LA DIDACHÉ


La “Didaché” o Enseñanza o Instrucción de los Apóstoles es uno de los escritos más apreciados, venerados y utilizados en la antigüedad cristiana.
“Didaché” es un vocablo griego derivado del verbo “Didasko”, que significa enseñar, instruir, adoctrinar.
Su composición se coloca en torno a los años 70, por tanto es contemporánea a la de los libros del Nuevo Testamento. En la “Didaché” aparece como un retrato literario la vida de la naciente y primitiva cristiandad, expone normas morales, litúrgicas, disciplinares que guían y conducen la conducta, la oración y la vida de los crisitanos.
Muy útil y práctica como texto o guía en la primera instrucción – catequesis – de los Neófitos, catecúmenos y adoctrinamiento mistagógico.
En su momento hablaremos de los conceptos etimológicos: Neófitos, Catecúmenos y Mistagógicas.
Se desconoce el autor de la “Didaché” pero se trata de un compilador que recoge la praxis común de las comunidades y la vida cristiana.
Se distinguen claramente en ella cuatro partes: una de contenido catequético y moral, basada en la doctrina y enseñanza de las dos vias o caminos que se le presentan a todo ser humano de cualquier lugar y tiempo por el simple hecho de aparecer y vivir en este planeta: un camino que lleva a la vida y salvación y otro distino que lleva a la muerte y a la perdición.
Dos caminos o vías, como recordamos, expuesto también en bonita y antigua “carta de Bernabé”: un camino de la luz y un camino de las tinieblas.
     En la segunda parte – de carácter litúrgico – trata de un modo especial del Bautismo, del ayuno y de la oración, del sacramento de la confirmación y de la eucaristia como sacramentos primeros de la iniciación cristiana.
En la tercera parte trata de la disciplina de la comunidad y de las funciones o ministerios eclesiásticos y el modo de celebrar la Eucaristía en el “Dies Domini” “Día del Señor” o “Nuestro Domingo”. Al aparecer la Eucaristía se quedaba más bién en un banquete o Ágape para saciar el apatito, con oraciones, bendiciones y acciones de gracias, pero sin citar las palabras de la Institución.
“Nadie coma ni beba de vuesta Eucaristía a no ser los bautizados: No deis lo santo a los perros.” “Así como estaba disperso este pan por los granos en el monte, así también se reune la Iglesia de todos los confines de la tierra”.
La última parte es una exhortación a vivir vigilantes – haciendo el bien- porque a la hora que menos penséis llega el Señor.

Manuel Latorre de Lafuente


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