viernes, 27 de mayo de 2011

VOCACIÓN DE SAMUEL


Nadie aparece en este mundo sin ser llamado, cada hombre tiene su llamada o su vocación concreta, única y singular.
A estas alturas de civilización y cultura nadie duda que los diversos estados posibles y progresivos de soltería, casados, viudos o célibes son llamadas, pasos, caminos, vocaciones y pruebas que Dios tiene previsto, reservado y programado para cada uno para que “allí” le sirvamos, seamos útiles, hagamos el papel, en ese puesto juguemos el partido y recorramos ese camino hasta el Cielo.
En el siglo XI antes de Cristo –año 1070- Dios llama al joven Samuel en las montañas de Efraín, hijo de Elcaná y de Ana, como hombre de enlace y bisagra para el pueblo de Israel, entre el gobierno de los Jueces y la institución de la monarquía hebrea. Antes llamó a Abrahan, Moisés, Josué y en el siglo XXI después de Cristo está necesitando y llamando a otros muchos y a ti y a mi.
Samuel pasó su vida al servicio del anciano sacerdote Helí que murió de pena al ver caer el Arca de la Alianza en manos de los enemigos filisteos que luego Samuel recuperó.
El primer acierto del hombre debe ser el “esse”, “su existencia”, “su misión”, “su vocación” después será el “operari” su vida, su operación y trabajo.
Primero los cimientos, andamios y gruas, luego vendrá la casa.
Al meditar tantas veces el pasaje del evangelio del ciego Bartimeo durante nuestra vida que nos anima a clamar con insistencia: “Señor, que vea..” “dame luz…” El que ve y tiene luz, es absurdo e innecesario que lo pida. No será que nos quiere ayudar con su luz en nuestra total ceguera a la hora de elegir el amino, la misión, la llamada, la vocación particular y seguirla con generosidad?.
El desacierto, el fracaso, el desgaste, el destino en el recorrido o andadura de la prueba de la vida es fatal e incalificable cuando al llegar al final nos diga: “Yo te había elegido para esto, te puse en la tierra para esto otro, te necesitaba en esta misión, tu vocación era esta…”
No será la causa de tantas desgracias, tragedias y calamidades en esta vida “el tornillo y el hueso fuera de sitio” “el querer encajar la pieza del rompecabezas del mundo sonde no le corresponde?”.
La ceguera de Bartimeo a nosotros no nos repercute ni nos hace daño –además ya lo ha arreglado el Señor- pero nuestra ceguera y miopía nos puede perder.
Un tal Jonás, llamado para predicar a los ciudadanos de la ciudad de Nínive terminó en el mar, en vientre de un cetáceo, al final cumplió su misión y vocación. Un tal Pablo de oficio perseguidor de cristianos –llamados- al final terminó cumpliendo su vocación –llamado- para predicar y convertir a los paganos del imperio romano.

Manuel Latorre de Lafuente

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