martes, 23 de agosto de 2011

MATRIMONIO

El matrimonio es un sacramento santo y serio entre el hombre y la mujer para llevar también la felicidad a la sociedad.
La abundancia de rupturas matrimoniales están haciendo una sociedad triste, aburrida y peligrosa. La unión conyugal ayuda a la fidelidad del corazón, al control de la concupiscencia, al dominio del carácter, es ayuda y consuelo mutuo, favorece la educación de los hijos y el sostenimiento del hogar.

Los hombres y mujeres pueden entrar libremente en una comunión estable de vida y amor —formando una familia— pero luego ninguno
de los dos ni por separado ni por común acuerdo pueden romperlo. El
vínculo conyugal que los une dura mientras dure la vida. Son propiedades
esenciales a todo matrimonio la unidad y la indisolubilidad. A esta
sociedad permanente, perpetua y exclusiva de un hombre y una mujer
se le conoce por “matrimonio” cualquier otra clase de emparejamiento
se le llama “concubinato”.

El no entender esto o el ir en contra o el querer suplantarlo por
otra cosa es simplemente ir “contra natural” y por eso es peligroso para
la sociedad y hace a los hombres y a las mujeres unos desgraciados.
Hoy innumerables esposos y esposas separadas y con sus hijos sufren las
consecuencias de estos fracasos matrimoniales. Han perdido las ganas
de vivir y el mayor goce de la vida: el amor de un hogar, la peor
desgracia de un humano.

 Todos los promotores y pensadores que vociferaban ligeramente
a favor de los divorcios, separaciones y rupturas matrimoniales
se darán cuenta de las funestas consecuencias para la sociedad.
Ha sido una promoción y un camino equivocado. Si quieren la
felicidad terrena en esta vida tendrán que volver al matrimonio
uno e indisoluble y a la familia. Dios sabe más. También la
sociedad tendrá una vez más que dar la razón a la Iglesia siempre acérrima
defensora del matrimonio. La Iglesia —mater et magistra— nos enseña
que pureza, la limpieza y la castidad son el único camino —con sacrificios
y renuncias— para poder llegar a la felicidad de un hogar a la felicidad
de un hogar con amor.

La gracia sacramental que imprime el matrimonio ayuda a
sobrellevar los riesgos y dificultades de la vida conyugal. Aún estando
esta gracia por medio pasa lo que pasa, cuando falta es muy fácil que
se hastíen pronto el uno del otro y el hogar se convierta en una casa
de fieras y en un infierno.

No es lo mismo vivir en matrimonio que en pareja. Los animales
naturalmente viven en parejas mas o menos duraderas, pero nunca en
matrimonio como las personas. El único matrimonio válido y lícito
entre los católicos es el sacramento. El católico que se casa solo por lo
civil se excomulga el mismo.

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