martes, 23 de agosto de 2011

TIEMPO DE PRUEBA


También es obvio que la corta vida del hombre sobre la tierra suena a una “prueba”. Una prueba para algo. Dios actúa como el padre y la madre que dejan deliberadamente a su hijo solo durante algún tiempo para ver como se porta.

Todos los hombres por ser –libres y mayores de edad— tenemos que demostrar con nuestra conducta donde y como queremos pasar la eternidad. La prueba de nuestra vida va terminar de una forma súbita e
inesperada, porque los hombres y las mujeres en este periodo de prueba se cansan y se echan a dormir, así nos lo cuenta la parábola e comparación
de las vírgenes, tanto las prudentes como las necias se quedan dormidas.
Será un final repentino como la llegada del ladrón en la noche.
La prueba consiste esencialmente —hoy y ahora— en mantener
encendidas las lámparas, cuidar la llama, estar pendientes del aceite,
vigilar la mecha para cuando llegue la hora. Luego será demasiado tarde
y la puerta se cerrará.
La prueba dura lo que dura nuestra vida, unos años, unas semanas,
unos dias. El árbol quedará así como caiga. Dios siempre nos da las gracias
y ayudas suficientes para salir de la prueba con un avance positivo,
nos da un plazo para el arrepentimiento y para la corrección, es inútil
quejarnos de que nos haya dado más. Las vírgenes necias creían que sus
lámparas estaban en tan buena situación como sus vecinas.

Nos cuenta la parábola del rico incesante que un hombre ha
tenido un buen año en su comercio, negocio o cosecha y descansando
junto al fuego mientras saboreaba un vaso de vino piensa en derribar
sus graneros, construir otros mayores y almacenar sus ubérrimas
cosechas, esperando que suban los precios en el mercado. Pasados estos
pequeños sacrificios luego se puede retirar del negocio y empezará a
vivir. Entonces es cuando llega el aviso: “Tú, insensato” esta misma
noche han de exigirte el alma. Esa vejez soñada no llegará nunca. Si
hubiera almacenado alguna riqueza espiritual o hubiera cuidado de la
vida de su alma recibiría con agrado el mensaje.

También es sensatez pensar y saber que nuestra vida, la fama, el
placer, el poder, el dinero, el sexo tienen un límite, un término, un
plazo.

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