miércoles, 24 de agosto de 2011

CONQUISTA DEL TESORO

El que tiene algo importante que hacer o un gran negocio que arreglar anda como preocupado y procura poner en ello todo el corazón y toda la cabeza.

La Gloria, el Cielo es semejante a un “tesoro” “un gran negocio”, no deberíamos perder este punto de mira ningún instante de nuestra vida.

Habrá que hilar fino y luchar todos los días, incluso venderlo todo para conseguir el “tesoro” la margarita preciosa de la Gloria. Realmente
se trata de un gran negocio.

Necesario es el despengue y desasimiento de las cosas de este mundo
¡duro y difícil!. Ahí está el mérito. Si fuera fácil no se hablaría de tesoro,
sino más bien de bagatela.

Necesitamos volar, aunque no podamos levantar mucho vuelo, con nuestras alas manchadas, sucias, pegadizas y con mucho barro, a pesar de que la tierra nos atrae como un imán maldito. Hemos de imponernos y pelear contra esta fascinante
atracción… pensando que en realidad valen poco las cosas de la tierra, duran menos, apenas empiezan y ya se acaban.

Para saborear este efímera realidad convendría visitar con frecuencia
nuestra sepultura y allí mirar, oler y palpar nuestro cadáver podrido
de ocho días.

A cambio de esfuerzo que pongamos ahora, se conseguirá el gran tesoro, el gran premio, el gran amor, sin engaños, sin traiciones, con todo el amor, con toda la belleza, con toda la grandeza, con toda la ciencia.

Cada uno tiene que hacer y resolver el gran negocio: saber perder
cara a la tierra para ganar cara al Cielo. Esta si que es ganancia.

Mientras los hombres dicen y juran para “siempre” en sus cosas
temporales, solo es verdad, con una verdad total, el para “siempre” del
Cielo y de la eternidad.

Es bueno para el hombre, de vez en cuando, meditar, pensar, soñar y
sentir sabores de miel, dulzuras del Cielo, y poner los ojos en la
eternidad ¡que sí es para siempre!

Si esto no fuera así la vida sería una broma cruel.
Por otra parte no hay conquista de tesoro fácil.
Hay una ambición que siempre es poca y nunca es mala: la
ambición y ganas de Cielo.

Si todos corren hacia algo, nosotros — en el gran marathon de la
vida— tenemos que correr más que nadie hacia la meta: vida eterna,
Cielo.

Quizás esta lucha por el tesoro la entiendan pocos, pero también es
verdad que la felicidad del Cielo es solo para los que saben ser felices en
la tierra.

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