lunes, 22 de agosto de 2011

CRISIS DE AMOR



Desde el paraiso terrenal, pasando por los grandes imperios y reinos
y en nuestros dias y siempre en la historia al lado y en paralelo a todo lo
bueno y digno que ha inventado Dios aparecen las réplicas, las imitaciones y
los remedos. Así por ejemplo Dios quiere que el hombre trabaje y ahí está la
contra, el paro; Dios quiere que el hombre y la mujer se santifiquen y
sean felices dentro del matrimonio estable y ahí está la “aventura sexual”
la explotación rabiosa del sexo, las violaciones, las pornografías, la
bestialidad, la comercialización del sexo.

Hoy la falsa cultura del amor trata de confundir y mezclar el placer
con la felicidad, el sexo con el amor. Una cosa es el placer, la satisfación,
el gusto, lo animalesco y otra cosa es la felicidad que proviene de sentirse
el hombre seguro, quieto y tranquilo según lo que es realmente: animal
racional e hijo de Dios, no una bestia; cuando la bestia se comporta como
lo que es está feliz y a gusto, cuando el hombre se comporta como una
bestia jamás encontrará felicidad y alegria; tal vez se aquiete algo pero
con una alegría animalesca, fisiológica propia de un animal sano.

Una cosa es el sexo que todo hombre y mujer posee y otra muy
distinta es el amor que muchos hombres y mujeres no tienen. Es lógico
y natural que cuando el hombre y la mujer se aman lleven y aporten
siempre el sexo; pero puede haber sexo sin nada de amor, el que se va con
una prostituta; puede haber manifestaciones eróticas sin amor.

El amor busca siempre el bien de la persona amada, exige por lo tanto
sacrificio, renuncia, detalle, delicadeza, entrega. El amor es generoso.
Cuando simplemente deseo, busco algo que me satisface; cuando amo,
busco satisfacer a alguien.

 
La aventura sexual, el sexo sin amor termina siempre hastiando. En
la aventura sexual impera el egoismo, el libertinaje lujurioso, el deseo, el
capricho, la avidez de placer, el instinto sexual. Todos estos ingredientes
no pueden proporcionar nunca una felicidad perdurable y no harta
nunca. El amor cuanto más se da, más se tiene.

La sexualidad no es para jugar ni para negociar como pretende la
pornocracia y como enseña la pornografia, sino que Dios la ha
inventado para que esté al servicio del amor en el matrimonio.

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