jueves, 18 de agosto de 2011

DOCTRINA Y VIDA I

Los predicadores de la doctrina cristiana en ocasiones resultan
impopulares e incómodos y muchas veces tienen que ir contra corriente.
¿Desde cúando un médico da medicinas inútiles a sus pacientes porque
tiene miede de prescribir las que son útiles? Por otra parte se cumple al
pie de la letra la profecía: “Vendrán tiempos en que la gente no soportará
la sana doctrina y volvera sus oídos a las fábulas”. Hoy se escucha con
cierta fuición y lelismo a cualquier improvisador y charlatán de turno
que aparece en la esquina con doctrinas, planes y programas ridículos,
pintorescos y variopintos.

Somos insaciables. Algunos tratando demostrar la cuadratura del
círculo y nosotros ávidamente escuchamos y le seguimos a corazón, cabeza
y oídos plenamente abiertos; otros se empeñan en hacer “volar los burros y
los cerdos” y nosotros les aplaudimos. Buscamos con ansia, doctrinas
novedosas y raras. No toleramos la sana doctrina, la creemos trasnochada,
vieja, poco atrayente y anacrónica.

Id y anunciad” la doctrina, que todo el mundo lo sepa y lo conozca,
que todo el mundo se entere, para que luego no haya disculpas ni
malentendidos. Así los predicadores y los mensajeros lo han cumplido,
incluso dando la vida, hasta los confines de la tierra —finis terrae—
hasta el final de la tierra, convencidos que no había ya más tierra donde
anunciar la noticia y dar la buena nueva.

Dice San Agustín: “Cum dicas nove, non dicas nova” …” esto es,
cuando anuncies o prediques no digas nada nuevo, sino la doctrina de
siempre —transmitida, no inventada— de una manera inteligible a los


tiempos modernos, de una manera nueva, no antigua, hacerse entender,
explicarse en lenguaje moderno y nuevo, adaptarse —agiornamento—.
No se pueden inventar doctrinas —Cristo es la cumbre del invento—
Alfa y Omega, Principio y Fin. Es lo más antiguo y lo más moderno.

Algunos dicen: Si Cristo hablara mañana por televisión yo le creería
y el mundo seguro que se convertiría. Mentira. Cristo no tiene
nada más que hablar y decir a la humanidad. Ha agotado su palabra.
el Logos, el Verbum, la Palabra, Cristo se ha vaciado. No tiene que
hacer enmiendas ni ha dejado nada en el tintero. Cristo se ha vaciado
knosts— totalmente.

Los hombres a medida que van apareciendo sobre esta tierra hasta el
final de los tiempos tendrán que luchar por aceptar la doctrina y hacer
conformidad y unidad de doctrina y vida. Una cosa es conocer y otra
reconocer. Podemos tener la cabeza llena de magníficos y profundos
conocimientos teológicos y doctrinales y sin embargo sentirnos áridos,
secos, vacíos e incapaces de vida por dentro. No debe haber doblez en
la vida. No debe ir la doctrina por un lado y la vida por otro. La doctrina
es para vivirla, de lo contrario no sirve, como tampoco sirve al libro
que la contiene, ni al vídeo o magnetófono que la cuenta o la repite.
Quizá sea molesta la doctrina, como la medicina, pero cura. Quizá le
llamemos loco al que la predica por estar basada en la cruz, pero como
dice un refrán alemán: “Kinder und narren sagen die Warheit…” los
niños y los locos dicen la verdad.

Y firma el Señor diciendo: “Pasarán los cielos y la tierra pero mis
palabras no pasarán”.

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