miércoles, 24 de agosto de 2011

EXAMEN FINAL

Todos los hombres que hemos tenido la suerte de nacer y pasar
por este planeta tierra durante algún tiempo tenemos la obligación de
rendir necesariamente un exámen y juicio final.

Alguno se extrañará de estos tonos escatológicos y temas de las
últimas cartas del autor, no hay morbo de ningún tipo ni fisiológico ni
síquico gracias a Dios. La única explicación es el latir y sincronizar un poco con los tiempos litúrgicos que nos recuerdan al finalizar cada año
y con motivo del tiempo fuerte del Adviento estas verdades eternas.

El mundo resulta ser como un campo de sementera donde hay
recolección, espigas y frutos.

Las buenas obras como el trigo hay que almacenarlas en el Cielo
y las malas obras como la cizaña y mala hierba hay que quemarlas.
Este juicio final es necesario y conveniente.
La vida temporal de cada hombre en la tierra es como un prólogo, un
preludio, un iceberg a la que le queda todavía mucho por ver e infinitas
páginas. Dios es paciente y no tiene prisa ya tendrá tiempo de separar
el trigo de la cizaña. Aquí y ahora no castiga a los malos ni premia a los
buenos. No quiere hacer exámenes parciales lo deja todo para el exámen
final.

El mínimo honor de Jesucristo —hijo de Dios— exige el juicio final,
pues el mundo verá que no era una blasfemia el afirmar que era —hijo
de Dios— para ser juzgado, azotado, coronado de espinas y clavado
en una cruz.

Es necesario un juicio pleno y exhaustivo ya que aún después de
muertos los hombres pueden hacer mucho bien o mucho mal: los
santos, los libros, las sectas, las doctrinas.

Exige juicio la virtud mal tratada y despreciada, el vicio siempre
aplaudido e impune en esta vida merece su castigo.

Quiere juicio la verdad y la justicia. Este mundo camina y vive en la
hipocresía, en el teatro, en la ficción, en la mentira y en la injusticia.
El dia del juicio es el día de la verdad y de la justicia. Hay estatuas
inmemoriales que no merecen estar más tiempo en los pedestales y
heroismos enterrados en el olvido, en la ignorancia y en el desprecio.

La condición social del hombre exige el aplauso al premio y el
castigo de la reprobación de una manera solemne, pública y social.

La última gran escena —el juicio final— del gigantesco drama
humano tiene que corresponder a la magnitud de la obra
representada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.