martes, 23 de agosto de 2011

HEDONISMO

 Es obvio que el hombre no puede entregarse ciegamente al placer,
al bienestar, al confort, al consumismo como cualquier otro animal.

 El hombre debe vencerse y combatir el moderno y rabioso hedonismo con las mismas viejas armas de siempre: oración, ayuno y amor que harán entender y no caer en las garras de esta modernacivilización hedónica. Por otra parte no se pueden legitimar los desórdenes morales.
Por ejemplo hoy asistimos con miedo a los insidiosos ataques y amenazas a la familia y aparecen por todas partes la aprobación y defensa de las prácticas homosexuales.

 Los medios de comunicación difunden iniciativas que son anti-familiares, dan prioridad a la descomposición y ruptura de las familias  derrotando y destrozando el ser humano, el hombre,
la mujer e hijos. Hoy los parlamentos parece que quieren apagar el esplendor de la verdad. Defienden un bien a veces que en realidad es un mal, separaciones e infidelidades conyugales que incluso exaltan y aplauden y proponen el amor libre como modelo a imitar.
¿De dónde procede esta propaganda…? ¿Qué fuentes tiene…? Por
sus frutos los conocereis, dice el Señor, todo árbol bueno da frutos
buenos y todo árbol malo da frutos malos. Al defender y proteger
las tendencias y prácticas homosexuales y otros comportamientos
desviados estamos regalando y ofreciendo al hombre “hedonismos”
moralmente inadmisibles.

 Es verdad que hay que ser comprensivos y respetar a cada persona
humana que padece estas tendencias y debilidades pero lo que está claro
es que no se pueden disminuir las exigencias de una norma moral
objetiva. Jamás podrán constituir una verdadera familia el vínculo de
dos hombres o de dos mujeres y ni piadosamente se le pueden atribuir
el derecho de adoptar niños privados de familia. Estas “presuntas familias
suplentes” harían mucho daño a los niños al encontrarse sin padre ni
madre y con “dos padres” o con “dos madres”.

 Celebramos este año el “año de la familia” y el Papa con la “Carta a las
familias” nos invita a rezar por las familias y con las familias para que sean
protegidas, ayudadas y defendidas de los satánicos y terribles ataques. Lo
mismo deben hacer los parlamentos e instituciones en consonancia con la
Organización de las Naciones Unidad y con la Iglesia. Nos recuerda
el Señor: “La verdad os hará libres…”. Si no vivimos de acuerdo con
nuestra recta conciencia y según las normas morales objetivas la vida
humana y la dignidad del hombre y la familia están expuestas a la
decadencia y a la destrucción.

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