El hombre siempre pregunta el “por qué y para qué” de todas las cosas. Lógicamente le interesa sobremanera saber sobre el origen y fin
del mundo. Nunca lo podrá saber todo. Febrilmente la ciencia trabaja, indaga y estudia por barruntar algo sobre el origen y algo sobre el final del mundo. Los resultados son difíciles y obscuros alprincipio y más negativos sobre el final.
Lo que debe saber el hombre y la ciencia sobre el origen del mundo es que vino “ex nihilo” de la nada y que salió de la cabeza, del plan, de la sabiduría y del amor de Dios y sobre el final debe saber también que este mundo rueda, gira y camina hacia Dios. Esto en sana filosofía se llama saber todo sobre “el quid de la cuestión” que ya es mucho saber.
Ahora le queda al hombre y a la ciencia trabajar y estudiar con
hipótesis sobre el “quomodo” es decir, como fue eso, cómo se hizo, de que manera, como es posible. Sobre el paradero final del mundo y sobre “el quando” nunca sabrá nada, no conviene saberlo, no es posible saberlo, ni el tiempo cuando será.
Con seriedad se debe actuar y enfrentarse la ciencia con el estudio y el trabajo sobre el origen del mundo. Seriedad es saber que el hombre no pudo ni puede inventar el plan, el marco, la meta, la materia, la constitución del mundo. El hombre y la ciencia juegan con los elementos y materiales que ya encontró hechos: tierra, agua, cielo, aire,hierba, metales, plantas, tiempo, animales, atomos, astros, células, vida, amor, odio, voluntad, inteligencia, libertad, movimiento, sol, luna, dia, noche, hombres y mujeres. Todo esto es algo que procede de Dios y nunca del hombre. El hombre llegó después de todo esto, fue el último en llegar.
Todo esto es bueno —valde bonum— muy bueno y bonito,
familiar al hombre. Pero no es del hombre y todo se le puede rebelar y muchas veces se le pone en contra del mismo hombre que pretende ser dueño. Toda la creación sobrepasa el cálculo del hombre.
La ciencia nunca podría siquiera barruntar, atisbar, ni discurrir ni descubrir lo que es la luz, el día, la noche, los años, las tinieblas, la tierra, el mar, el cielo, el corazón, el amor, el odio y la libertad.
Toda la creación es un don y un regalo de Dios y no de los
hombres.
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