lunes, 22 de agosto de 2011

MANDATUM NOVUM


Cuando hablamos del “Mandatum Novum” naturalmente nos
referimos a la “Ley Nueva” que nos legó Jesús: La Ley del amor.

Desde hace 2000 años que apareció la “novísima ley” quedaron
abolidas todas las leyes antiguas y viejas. La “Ley Nueva” abarca,
comprende y resume todas las leyes y todas las justicias. Esta ley nueva
del amor es insustituible por ser definitiva y eterna.

Todas las sociedades y estados tienen poder para dar leyes y
gobernar las naciones y promover el bien común de los pueblos. No
es razonable negar este poder legislativo a Dios, Dueño y Señor del
Cielo y de la tierra. Dios como Gran Artífice, Gobernador, Regidor y
Legislador Supremo tiene derecho para dar leyes.

Aunque suene a paradójico Jesús vino a abolir la ley y el templo.
Este evangelio, anuncio o promulgación que suena a novedad es una
liberación, una revelación y una revolución.

El pueblo judio estaba atrapado y perdido en medio de una pesada
carga y amalgama de leyes y de variopintos sacrificios en torno al templo.
Pasaban la vida alrededor del templo —lejos de Dios— metidos en discusiones
de preceptos. Afirmaban unos: “La perfección y la santidad está
en las purificaciones y abluciones…”. Otros: “No, está en los sacrificios…”.
Para los fariseos la prefección está: “En el cumplimiento exacto de las
prácticas y costumbres…”

 

En medio de esta perplejidad los rabinos hacen una capciosa
pregunta a Jesús: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante…”?

Todos los judios desde siempre la sabían porque la repetían por lo
menos dos veces al día en la oración, la llevaban como escrita en su frente,
la colgaban sobre la jamba de sus puertas, la lucían de una forma
deportiva, alegre y pintoresca en sus túnicas y filacterias. Ciegos,
hipócritas y fariseos.

Responde Jesús a los judios y todos los hombres de una forma clara,
conocida, categórica y definitiva, acortando distancias entre el cielo y
la tierra y acercando los hombres a Dios en la amistad y la intimidad:
Amarás a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus
fuerzas…”. Este es lo primero y mayor en todas las leyes.

Les remata y cierra la pregunta: “El segundo es semejante al primero,
amarás a tu prójimo como a ti mismo…”.

A cumplir el “Mandatum Novum” se reduce la vida del hombre que
es la totalidad, la plenitud, la causa, la síntesis, el motivo, el fin, la meta
y el móvil de todas las leyes.

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