lunes, 22 de agosto de 2011

AMOR


Cada uno de los hombres —y toda la humanidad— vive entre el
amor y el odio.

Si no se acepta el amor, el odio comenzará a invadirlo todo con frutos
cada vez más venenosos.

Solo el amor verdadero construye y es germen y principio de la única
revolución que no traiciona al hombre. Dice San Agustín: “Ama et fac
quod vis…” ama y haz lo que quieras… El amor ignora las fronteras, no
mide las posibilidades, no calcula, no se resigna ante la imposibilidad,
no se derrumba ante las dificultades, al contrario crece como el artista
que quiere más a su obra cuantos mas sudores le cuesta.

El amor conduce a la felicidad y a la auténtica alegría. Dice Aristóteles:

Amar es querer bien para alguien…”

No es posible separar el amor del dolor ni el dolor del amor, por eso
la enamorada se alegra en sus dolores y se regocija en su amor doliente.
Todo lo hace llevadero el amor.

El amor pide correspondencia y a esto tienden todos los esfuerzos del
amante a atraer hacia sí el amor del amado. El amor es la explicación de
todo. Dice Santo Tomás: “El amor reviste de gran dignidad al hombre…”.
Solo el hombre es capaz de amar, distintivo fundamental de la persona
humana.

Deus est Amor… Dios es Amor… nos dice San Juan y el amor va
transformando al amante en el amado. El amor ennoblece y enriquece
siempre al hombre y le hace parecerse un poco más a Dios.

 
Jamás la palabras dirán tan bien la realidad del amor como cuando
lo hace el modelo vivo —el hombre— en su conducta y en su vida.

No hay ocasiones excepcionales para amar, hemos de aprender a
amar en lo corriente de cada día; a través del espíritu de servicio, con el
trabajo bien hecho, con una conversación amable, sin herir nunca y con
serenidad en los momentos de dificultad o de cansancio.

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