lunes, 22 de agosto de 2011

TALIS VITA, ITA MORS


Este viejo y sabio adagio latino nos dice que “según sea la vida así va
ser la muerte”.

La naturaleza ordinariamente no actúa con sobresaltos ni con
estridencias.

Si llevamos una vida buena en paz y en orden logicamente
concluiremos con una feliz, buena y dulce muerte “eutanasia”. Si vivimos
una vida agitada y en desorden tendremos una desgraciada y mala
muerte “cacotanasia”.

Para los escépticos ante estas asevaraciones podemos recordar aquel
otro viejo y paralelo sofisma latino: “Nemo repente fit summus…”. Es
decir, nada de repente se hace grande.

Lo grande, lo sumo, lo raro, lo anormal, lo extraordinario sería que
fallase y no se cumpliese el refrán latino: “Talis vita, ita mors.”

Si luchamos diariamente por enderezar nuestra vida hacia Dios con
acciones de gracias, peticiones, alabanzas y oraciones, con el trabajo
bien hecho, con detalles de generosidad y de amor hacia los demás
naturalmente la muerte coronará esta feliz y santa vida.

Si no luchamos y dejamos todo a la deriva y por libre, como salga,
la muerte sellará y ratificará esta desgraciada e infeliz situación. Hacia el
lado que caiga el árbol así se quedará.

Puede fallar naturalmente el sabio y viejo adagio titular latino
pero siempre será una excepción, algo raro, exótico, tumbatibo y
extraordinario.

 
La sabiduría humana, la experiencia y la historia nos han legado
estos principios filosóficos sobre las postrimerías aprendidos y arrancados
de las pocas y muchas cosas que se pueden saber ciertas sobre los
acontecimientos de la muerte: “Nuestro vivir no es más que un precipitado
correr hacia la tumba, la muerte no se puede evitar, la hora de la muerte no
puede saber y la vida pasada no se puede cambiar…”

Ante la brevedad y efemeridad de la vida recomendaba Santa Teresa
a sus monjas con ironía: “No construyais los conventos muy altos para que
el dia del juicio no produzcan al caer mucho ruido…”.

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