El hombre y la mujer son la cumbre y la cima de la creación, están encima de la cúspide de la pirámide en la jerarquía de las creaturas. En
el largo recorrido de la historia del mundo muchas veces se ha puesto la pirámide patas arriba. Ahí está la esclavitud, el menosprecio y minusvaloración de la mujer, la filosofía del machismo y del feminismo.
Dios creó al hombre y a la mujer… a imagen de Dios los creó (Gen. 1,27). El hombre y la mujer ocupan un lugar único en la creación.
Dios creó todo para el hombre y la mujer.
El viejo binomio: hombre y mujer ha sido inventado, crado y querido por Dios. Entre uno y otro hay una perfecta igualdad en la
dignidad, en los derechos y en los deberes; la única pequeña y gran diferencia está en la esencia “ser hombre” o “ser mujer”.
Ambos y juntos son una obra maestra que indica y refleja la sabiduría
y la bondad de Dios. Dios no quiso crear al hombre solo o a la mujer,
sino que los creó hombre y mujer, el uno para el otro, es una unidad de
dos. Cuando el hombre vió a la mujer gritó: Esta es hueso de mis huesos,
es decir, es otro yo de la misma naturaleza y humanidad. Ninguno de los
animales era “una ayuda adecuada” para el hombre o para la mujer. No
se puede concebir al “uno sin el otro”. Dios no los ha hecho a “medias” o
“incompletos” sino que son así esencialmente.
Están hechos para una comunión de personas y complementarios en cuanto masculino y femenino. Según el plan de Dios forman en la “unión matrimonial” una sola carne
para transmitir la vida. “Sed fecundos, multiplicaos y llenad la tierra (Gen. 1,28)”.
Preparados anatómica y fisiológicamente para poder cooperar de
una manera sublime y divina, única e insustituible en la obra de la
creación. Para ninguna otra cosa tan importante, tan humana y tan
divina —por expreso encargo de Dios— están hechos los hombres y
las mujeres más que para la paternidad y la maternidad, todo lo demás
es tangencial y les viene dado como plataforma, escenario y ayuda para
mejor y santamente cumplir con esta misión y querer de Dios.
Cuando la historia pierde este enfoque o punto de vista sobre la
pareja humana necesariamente la destroza, la rebaja, le rompe
la armonía y le aleja de la felicidad.
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