En Teología se estudia que la vida terrena es el único tiempo
de merecer. Pero para merecer y ganar hay que luchar. El hombre
mientras está “in via” es decir, en el camino de la vida debe mantener
una contínua lucha ascética para que su voluntad persiga su verdadero
fin que es Dios.
Esta necesidad se ha acentuado después de la cita original por
el desorden que ha introducido en el hombre el “fomes peccati” o
concupiscencia que es una tendencia al mal y una dificultad para hacer
el bien.
Ningún hombre podrá obrar el bien —aun el natural— a espaldas
de quien es la fuente de toda bondad. El hombre siempre necesita la
gracia —un impulso divino— para obrar el bien y llevar una decente
vida moral. El hombre nunca fué impecable ni en el estado de justicia
original ni después de la caída; pero en el estado actual es más pecable
y falible por la disminución de sus fuerzas a causa del desorden
original. Ahora sin la ayuda de la gracia o auxilio divino no puede
evitar pecar y hacer el mal.
La ayuda de Dios —la gracia— es absolutamente necesaria para
llevar a cabo actos de orden sobrenatural, es decir, aquellos que por su
misma esencia exceden totalmente las posibilidades de la naturaleza
humana.
En conclusión, siendo la gracia absolutamente necesaria para realizar
acciones sobrenaturales, en el estado actual de la naturaleza humana es
también moralmente necesaria para llevar a cabo actos naturalmente
buenos aquellos que cada hombre es capaz de realizar por si mismo
y son sus solas fuerzas naturales.
Nos recuerda el Concilio de Orange en el año 529: “El libre albedrio
de la voluntad debilitado en el primer hombre no puede repararse sino por
la gracia del Bautismo y las gracias sucesivas”.
Los medios de siempre que tiene el hombre para vencer ahora
“in via” son los mismos desde el comienzo: la oración, la mortificación,
los sacramentos, la Eucaristia, la intercesión de la Santísima Virgen,
de los ángeles y de los santos.
también moralmente necesaria para llevar a cabo actos naturalmente
buenos aquellos que cada hombre es capaz de realizar por si mismo
y son sus solas fuerzas naturales.
Nos recuerda el Concilio de Orange en el año 529: “El libre albedrio
de la voluntad debilitado en el primer hombre no puede repararse sino por
la gracia del Bautismo y las gracias sucesivas”.
Los medios de siempre que tiene el hombre para vencer ahora
“in via” son los mismos desde el comienzo: la oración, la mortificación,
los sacramentos, la Eucaristia, la intercesión de la Santísima Virgen,
de los ángeles y de los santos.
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