martes, 16 de agosto de 2011

PLAN DE SALVACIÓN I



Todos los hombres tienen un reto que es la salvación eterna.

Dios tiene un querer y un plan que es salvar a todos los hombres,
pero el hombre no puede salvarse sin más y por libre. El hombre para
salvarse necesita no solo conocer la voluntad de Dios —la doctrina—
sino que tiene que ser ayudado para cumplirla —la gracia—.

Para conseguir estas dos columnas o medios: doctrina y gracia, los
hombres siempre encuentran dificultades —nunca son fáciles ni están
predispuestos— por la concupiscencia derivada del pecado original.

Dios comunica al mundo como doctrina —el Decálogo— que es la
parte de la ley divino-positiva y que contiene todos los preceptos de la ley
natural de un modo implícito o explícito. Son conclusiones inmediatas
de la ley natural.

En el estado actual del género humano, el hombre para conocer
con facilidad, con firme certeza y sin ningún error la ley natural y todas
las verdades religiosas y morales que de por sí no se hallan fuera del
alcance de la razón, necesita la Revelación divina.

Por la misma razón de naturaleza caida el hombre necesita
la gracia— como ayuda para cumplir la ley natural. El hombre
no puede cumplir en su integridad y acabadamente la ley
natural con las solas fuerzas naturales. El hombre solo —sin
la gracia— no consigue entender bien ni cumplir las exigencias
de la ley natural y además cae con facilidad en toda clase de
aberraciones y errores morales.

 
En definitiva, para salvarse los hombres no pueden andar a tientas, a
ciegas, por libre y con autonomía sino recorrer el camino de la Nueva
Ley y de la gracia que le da seguridad, luz y fuerza.

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