viernes, 22 de julio de 2011

ESTER Y MARDOQUEO


En el “Libro de Ester” leemos otra bella historia del pueblo judío en el destierro o diáspora en Persia en tiempos del Rey Asuero o Jerjes I en el siglo IV antes de Cristo.
El pequeño libro lleva el título de su protagonista la joven doncella judía Ester que junto con tío Mardoqueo, el Rey Asuero y su divo ministro Amán completan el núcleo de su contenido.
Como prólogo tiene el relato de un sueño de Mardoqueo recordando el oprobio y la desgracia de la cautividad de su pueblo por parte de Nabucodonosor.
Empieza el libro contando la destitución de la esposa y reina Vasti por asuero y la entronización de la bella y hermosa judía Ester.
Para sustituir a la reina Vasti se convocan elecciones por parte de los eunucos de palacio  reuniendo a todas las mujeres jóvenes, vírgenes y doncellas las más hermosas y bien parecidas que para el “casting” se untaban con toda clase de cosméticos, grasas y aceites y se adornaban con los mejores vestidos, afeites y pulseras.
Mardoqueo y Ester –ocultando su condición judía- merodean en torno al palacio y rezan para que la guapa Ester pueda presentarse a la elección.
Al final logra la prueba –al natural- sin ninguna clase de adornos ni perfumes, al verla los eunucos y el rey quedan prendados y enamorados de tanta belleza y extrema hermosura y coronada como reina.
Revienta la envidia del  ministro Aman y prepara una trama para ahorcar al tío Mardoqueo ya que era un –fac totum- en el palacio de su sobrina Ester.
Conoce la Reina la trama y convoca un convite en palacio y al final cuando estan todos ebrios Ester pide a Asuero que su ministro Aman imponga el manto real a Mardoqueo.
La situación era pírrica e inaguantable porque el sobrebio Amán no aceptaba aquel vasallaje ni acatamiento.
Con astucia prepara la Reina otro banquete en el que pide a Asuero que asista su ministro Amán.
Con astucia y armas de mujer, con oración y fidelidad a su Dios al final cuando están ebrios –así tristemente acababan las celebraciones y fiestas paganas- Ester se presenta al Rey, mandó a la horaca a Amán y todos sus hijos.
Una vez más Dios salva a su pueblo de los decretos redes preparados por el ministro Amán para acabar con los judíos.
Los judíos para recordar y celebrar esta venganza instituyen la fiesta de los “Purim” o “Suertes” porque Dios le ha cambiado la suerte poniéndose de su parte.
Al final del libro se puede leer una oración de la Reina Ester que pone su confianza en el Señor: “Oh Señor mío, Tú eres el único Rey nuestro socórreme en el desamparo pues no tengo otro protector fuera de Ti…”

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