viernes, 27 de mayo de 2011

EL REY SALOMÓN


El rico y sabio rey Salomón, hijo de la hermosísima Betsabé y del Rey David, sucedió bajo juramento a su padre como Rey de Israel, recordado por su gran sabiduría, habilidad y magnificencia.
Reinó con su reina madre Betsabé unos 40 años sobre Israel hasta la decadencia y división de la monarquía. Al final de su reinado su hijo Jeroboám con algunas tribus constituyeron el reino de Israel al Norte y su hijo Roboám con otras tribus se instalaron en Judá, al Sur.
El reino de Israel con sus 19 reyes sucesivos terminó siendo deportado a Asiria en el año 722 antes de Cristo. El reino de Judá con la caída de Jerusalén, su capital, en el año 587 fue deportado a Babilonia.
Al morir el rey David, su hijo Salomón fue llevado sobre una mula a la ciudad de Gibón y allí fue ungido solemnemente como sucesor de David por el sacerdote Sadoc.
Pidió a Dios sabiduría para regir su santo pueblo y le concedió un corazón sabio.
Demostró pronto su sabiduría cuando dos mujeres aleaban ser madres de un niño. Salomón resolvió sabiamente el caso mediante una orden de partir al niño en dos y dar a cada mujer una mitad. La verdadera madre, antes de ver su hijo dividido y muerto, renunció a la demanda. Salomón entonces sentenció: “Dar a esta madre el niño vivo y ya no hay que matarlo, pues ella es la verdadera madre…”
La fama de sabiduría y de riquezas de Salomón llegó hasta Oriente lejano y La Reina de Saba queriendo conocer a Salomón le hace una visita cargada de regalos y parabienes quedando impresionada de las respuestas que daba a sus preguntas: “Es verdad la fama que oí sobre el Rey Salomón en mi tierra…”
Esforzada y política negociación hizo con Hiram, rey de Tiro y Sidón, en el Líbano, para adquirir materiales y maderas nobles para la construcción del magnífico y suntuoso templo de Jerusalén.
Al final de sus días, como hicieron todos los reyes de Israel, “hizo lo que era malo a los ojos de Dios y no escuchó la voz de los profetas…
Su reino terminó quebrado y dividido entre sus hijos. Su sabiduría se convirtió en insensatez y ceguera, tomó como concubinas y esposas a mujeres paganas, que le obligaron a construir también templos a sus dioses e ídolos, a Astarté, diosa de los Sidonios, y a Maloc, ídolo de los Ammonitas.
A cualquier humano hoy le va a ser difícil huir de este esquema paradigmático, programa típico y ejemplar del Rey Salomón al apartarse ó marginar a Dios.
Toda aquella gloria, sabiduría, riquezas y más, terminó en el desprecio y olvido en medio de concubinas y lo sepultaron en la ciudad de David, su padre.

Manuel Latorre de Lafuente

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