viernes, 27 de mayo de 2011

Rut, la joven moabita


Hay historias y relatos que resisten el paso del tiempo y siguen ejemplares para la humanidad.
El “Libro de Rut” es un pequeño libro de la biblia en el Antiguo Testamento con solo cuatro capítulos que toma su nombre del personaje y protagonista que es la joven moabita Rut.
Llevamos nuestra mente y nuestro recuerdo a los tiempos de los Jueces de Israel, antes de la monarquía hebrea, evidentemente antes de la cautividad de Babilonia en el año 586 antes de Cristo.
Vivía en Belén de Juda, cerca de Jerusalén un matrimonio formado por  Elimelc, Noemí y sus dos hijos. En una época de hambre se ve obligado a emigrar a Moab, al otro lado del Mar Muerto, fuera de la tierra prometida –al extranjero- Moab al otro lado del Jordán a donde había llegado al final del desierto el pueblo de Israel después de 40 años de recorrido.
Allí en la fértil Moab trabajaron y se casaron sus hijos son dos jóvenes Moabitas Orfa y Rut, murió su marido Elimelec y también sus hijos. La viuda Noemí  resolvió retornar a su tierra de origen _Belén-, Orfa y Rut dijeron: “Oremos contigo a tu pueblo...”. Noemí, agradecida les persuadía que se quedasen porque ella no tenia más hijos en su seno que pudieran ser sus maridos.
Hermosa historia popular vetusta actual de tantos millones de seres humanos.
Quiso el autor del libro de “Rut” enseñar las raíces, orígenes y genealogía de Jesús con esta mujer extranjera y las peripecias de la emigración.
Nosotros también recordamos la emigración de la familia de Nazaret a Egipto y así aparece un Jesús más entroncado y unido a la historia de la humanidad.
Orfa y Rut acompañaron a Noemí llenas de felicidad, piedad, amor y lealtad, generosidad y religión. A las insistencias de Noemí que volviesen y buscasen maridos en su tierra Orfa besó a su suegra y se volvió, más Rut se quedó con Noemí. Dijo Rut: “No insistas que te deje, porque a donde tu fueres he de ir yo, tu pueblo es mi pueblo, tu dios es mi Dios...”
Rut trabajó y espigó en los campos de Booz, pariente de su suegro Elimelec que se enamoró de la graciosa, joven y hermosa Moabita y engendró a Obed, Obed engendró a Jesé y Jesé engendró al Rey David.
después de David y la promesa del Salvador aparece clara la sucesión dinástica de la casa de David.
Las mujeres no entran de ordinario en las genealogías sin embargo el evangelista San Mateo en la genealogía del capítulo primero nombra a cuatro: Tamar, Rajab, Rut y Betsabe, extranjeras, paganas y pecadoras queriendo como resaltar lo humano del Salvador y su misión universal.

Manuel Latorre de Lafuente

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