viernes, 27 de mayo de 2011

Sansón y Dalila


En la biblia tanto en la parte antigua como en la nueva los libros están calificados por su temática y contenido como históricos, proféticos y poético o sapienciales.
En el antiguo testamento los seis “libros históricos”: Josué, Jueces, los dos de Samuel y los dos de los Reyes están marcados e influenciados por la teología y estilo de la fuente –Quelle- Geschichte- Deuteronomica, llamada así porque tiene como núcleo y origen el Deuteronomio que es como introducción a los “libros históricos”.
La clave Deuteronomista es la fidelidad de Dios y la infidelidad de los hombres. La misma secuencia entonces, ahora y siempre: Pecado, castigo, conversión, perdón y salvación. Es el mismo “iter” o proceso de todos los hombres por siempre.
El “Libro de los Jueces”cuenta la historia de algunos caudillos o Jueces. Entre los 15 que menciona la biblia: Débora, Barac, Sansón y Samuel.
Los Jueces eran como cabezas, jefes, caudillos, príncipes o libertadores del pueblo de Israel. El pueblo acudía a ellos para la resolución de los casos mas difíciles durante el periodo entre la muerte de Josué y la elección del primer Rey. Defender la ley de Dios y castigar a los opresores. Cuando el pueblo se apartaba de Dios los entregaba a las manos de los enemigos peligrosos – como los cananeos y filisteos asentados en el litoral mediterráneo- cuando clamaban y adoraban al verdadero Dios y se alejaban de los Baales, falsos dioses, Dios se compadecía y así les envió en este caso a los jueces.
Sansón el nazareno fue uno de los prototipos e importantes jueces, casado con Dalila del valle de Sorec, tierra de filisteos. A Sansón le regaló Dios una fuerza milagrosa y sobrenatural que la hacía depender de su larga cabellera.
En una ocasión se enfrentó con un fiero león y lo despedazó como a un manso cabritillo.
Los enemigos filisteos un día lo encerraron en la ciudad de Gaza con grandes puertas y cerrojos y de noche cogió a hombros los soportes, los cerrojos y las dos jambas de las puertas y las transportó a una montaña vecina.
Traicionado por su mujer Dalila y entregado a los filisteos, le raparon la cabeza y perdió toda su fortaleza. Lo prendieron, le sacaron los ojos, lo llevaron a la ciudad de Gaza, lo sujetaron por miedo con doble cadena de bronce y en la cárcel lo atizaban para que moviese una tohona o muela de molino que solían hacer las caballerías o mulas.
Con ocasión de una fiesta filistea que congregaba a muchos hombres y mujeres con todos los principales jefes fariseos, cuando estaban en pleno divertimento, Sansón pensó su venganza y rezó  a su Dios: ”Señor acuérdate de mi y devuélveme la “fuerza” y el “poder” por esta vez para que me vengue de los enemigos filisteos por mis dos ojos. Se agarró a las dos columnas centrales que sostenían la casa, una con la mano derecha y otra con la mano izquierda y fue tal la sacudida, que se hundió totalmente y no quedó ni uno vivo.

Manuel Latorre de Lafuente

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