Oración matutina - Señor, ten piedad -
SALARIO JUSTO
El salario o la remuneración del trabajo debe ser suficiente para
permitir al hombre y a su familia una vida digna en el plano material, social, cultural y espiritual.
Según el Papa Pio XII vida digna es poder criar una prole sanamente alimentada y vestida; con una habitación digna de personas humanas;con la posibilidad de procurar a los hijos una educación conveniente; y prever incluso tiempos de estrechez y asegurar la enfermedad y
la vejez.
La lucha y la tensión por mantener un salario justo es desde el paraíso el “caballo de Troya” y el eje donde se apoya la trayectoria de la historia y la variedad de las culturas.
Le preocupó a la cultura Caldea, Egipcia, a Aristóteles, a la cultura
romana, le preocupó sobremanera a Cristo, a la alta y baja Edad Media,
al mundo renacentista, a Santo Tomás de Aquino, a Tomas Hobbes, a
la revolución industrial, a Karlos Marx, a todos los estados modernos
y a la Iglesia que posee una de sus grandes joyas sobre este asunto: la
doctrina social.
Dice San Pablo: “El que no trabaje que no coma”. Dice la filosofía
popular: “Del trabajo sale todo”. Detrás de la prosperidad de una
nación está el trabajo. En el querer el trabajo coinciden exactamente
los Estados y Dios. El trabajo es bueno para el desarrollo de un país
y bueno porque lo quiere Dios. La historia está tejida de lo que
se llama inflaciones y bancarrotas, ruinas y caidas de los imperios
o estados. En el “macro-emporio” de la oferta y demanda entre
el trabajo y el salario se construyen los estados.
La historia “Magistra vitae” va salvando dia a dia los escollos y nos
enseña: que no pueden excederse los salarios de tal manera
que dejen de ser salarios y se conviertan en loterías; que no
se pueden rebajar tanto que lleven al pueblo y a las familias
a un pauperismo universal; que no se puede regatear tanto
en el trabajo que todo sea una “chapucería e inutilidad”; que no se puede
uno entregar con exceso al trabajo de tal forma que lo “narcotice”, lo pierda
o lo esclavice, no olvidando que no es el hombre para el trabajo sino el
trabajo para el hombre.
En la búsqueda y mantenimiento del equilibrio de un salario justo se
van abriendo y escribiendo las páginas de la historia. De otra manera en
el logro y cuidado del salario justo y la dignidad humana se encuentra el
“quid” de lo que se llama la cuestión o problema social, sobre la cual
tiene mucho que hacer y decir la doctrina social de la Iglesia que por ser
marginada ha agravado la situación profundamente.
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