Después de setenta años de cautividad del pueblo de Israel en Babilonia, brilla y aparece la continuidad del plan de Dios y su Providencia.
Acontecimientos históricos que ayer, hoy y siempre sirven de marco y camino para el “Digitus Dei o dedo de Dios” que no deja que se le vayan de la mano las riendas de la historia y del gobierno del mundo.
En el año 539 a . C. Ciro, sucede a su padre Cambises y a su suegro Caixar y unifica el imperio medo-persa conquistando la Magna Babilonia y al año siguiente publica el edicto de libertad autorizando el retorno del pueblo hebreo y la edificación del Templo de Jerusalén.
En los libros de la historia cronista de la Biblia llamados de Esdras y Nehemías, estos protagonistas sacerdote y gobernador, nos narran todo el proceso del final del destierro y la vuelta a la patria de Jerusalén.
Esdras siendo joven fue llevado a Babilonia con todos los demás cautivos por Nabucodonosor, después de haber sido tomada Jerusalén e incendiado el Templo.
Ciro le dio toda clase de cartas y permisos, favores, gracias y privilegios acompañado con los comisarios Sesabar y Zorobabel y muchos judíos celosos para la empresa de la restauración del Templo.
Se encontraron con muchas dificultades por parte de los nuevos ocupantes y vecinos de Samaria que obstaculizaron el trabajo, teniendo que retornar de nuevo a Babilonia.
Aparece entretanto otro judío celoso y laico, copero del rey Artajerjes I con gran prestigio en la corte persa y es nombrado como ayuda en un segundo intento y retorno de Esdras a Jerusalén con más judíos y al frente Nehemías como gobernador de Judea.
De nuevo se encuentran con más dificultades para la restauración del Templo, incluso siendo animados por los profetas Zacarías y Ageo.
Todavía fue necesario un nuevo impluso al final del benévolo rey Dario Noto para poder terminar la laboriosa empresa.
Leemos en las crónicas o historias del sacerdote Esdras y del piadoso gobernador Nehemías: el edicto de libertad dado por Ciro, el retorno de los judíos exiliados, la llegada del sacerdote Esdras y los comisarios Sesabar y Zorobabel, los intentos de restauración del templo, la renovación del altar y de los sacrificios, la actividad de Esdras y la formación de la comunidad, la celosa labor de Nehemías, la lectura de la ley, la renovación de la Alianza , la exhortación de los profetas Zacarías y Ageo.
Los libros de Esdras y Nehemías son una crónica o relato de más de cien años de historia del pueblo desde el edicto de liberación de Ciro hasta Darúo Noto, sucesor de Artajerjes I Logimano.
Manuel Latorre de Lafuente