Entre los muchos y variados títulos que la Teología otorga a Dios
aparece “Salvador” “Soterós en griego” por ser Dios el único y verdadero liberador, redentor y salvador de todos los peligros, pecados, de toda clase de males y también de la muerte.
La biblia nos habla de la historia de la salvación y nos muestra a Dios como “salvador”. Protege, defiende, sana y salva a su pueblo de Israel en el Antiguo Testamento y ahora en los tiempos definitivos y
últimos del Nuevo Testamento protege, defiende, sana y salva de todos peligros y miserias al pueblo cristiano.
Página tras página nos va enseñando y recordando como el Señor
reconstruye a su pueblo Jerusalén, reune a los dispersos de Israel, cura los corazones rotos y venda sus heridas.
El Señor sostiene a los humildes, su pueblo en el tiempo antiguo
y ahora en el nuevo. Humilla hasta el polvo a los malvados y los
malhechores.
El cubre las nubes de cielo y va preparando la lluvia para hijos de la tierra y luego hace brotar la hierba en los montes para los ganados 0y sus crias.
El refuerza los cerrojos de las puertas y bendice siempre
a sus hijos a los que se fian de El, a los que le invocan, a los
que siguen sus máximas y programas dentro de las murallas
—su Iglesia— y fuera mantiene la paz en sus fronteras
y como ayer los sacia y alimenta con flor de harina la —Eucaristía—
El arroja el granizo como migas de pan y con el frio las aguas se
congelan, envia luego el sol y se derriten, hace soplar los vientos y las
aguas vuelven a correr.
El anuncia a su pueblo salvación, a los suyos, a los que lo aceptan, a los que se bautizan, a los que viven conforme a sus leyes, a los que quieren ser sus hijos, a los que quieran libremente aceptar la salvación.
Dios quiere la salvación para todos los hombres y para todos los
tiempos pero se encuentra con la barrera de la libertad de cada
hombre y de cada mujer.
A los que libremente quieran, Dios les anuncia su palabra
—su Evangelio, sus decretos, sus leyes, su cartamagna, su política, su filosofía, su programa, su modo de vivir.
A los que no quieren, a los otros pueblos no dan a conocer sus
mandatos porque tienen otros salvadores.
Dios —Salvador y Soteros— es el único que puede dar una oferta
válida para todos los hombres.
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