miércoles, 22 de junio de 2011

HISTORIA DE TOBÍAS


Las antiguas y bellas historias de Tobías, Judith, Ester y Rut constituyen en la Biblia como un “tetrateuco” o cuatro libros que cuentan los epísodios ejemplares y didácticos de su protagonista que da el nombre a sus respectivos libros.
Los cuatro libros forman conjunto aislado del mismo estilo y forma literaria dentro de las historias ejemplares cuya finalidad es enseñar, exhortar y animar al pueblo.
La hermosa historia de Tobías-padre y de Tobías-hijo es como “evangelio antiguo” que quiere avivar la esperanza de los israelitas en los momentos difíciles de sus continuos y asiduos destierros.
La historia del anciano Tobías nos recuerda la estampa y fotografía paralela de la vida del santo Job.
Tobías es un israelita desterrado en Nínive que en medio de un antagónico mundo pagano mantiene firmemente su fe y culto al Dios verdadero. A pesar de la prohibición expresa del rey daba devotamente sepultura a sus compatriotas muertos en el exilio.
Un día al volver a casa fatigado de tanto enterrar se adormeció y mientras descansaba le cayó estiercol caliente de golondrina sobre los ojos y se quedó ciego.
En otro tiempo había prestado algo de dinero a un pariente suyo que vivía en Persia. Ahora ciego, sin trabajo y necesitado envía a su hijo Tobías para reclamarlo y es cuando se presenta un hermoso joven –el arcángel San Rafael- para acompañar a Tobías-junior en el camino y en la empresa.
Durante el viaje –el ángel- ofreció hospedaje a Tobías en una antigua familia conocida de los suyos. Allí el pariente Ragüel con su única hija Sara que había padecido grandes desgracias y ya esta viuda, muchas veces casada y cada vez viuda.  En medio de tantas pruebas y tribulaciones nunca había perdido la calma ni la fe ante el Señor.
La Providencia con la ayuda del ángel arregló que Tobías pidiese la mano de la hermosa y joven Sara, se celebró el matrimonio con gran festejo y alegría y después de los debidos intercambios de regalos, protocolos y despedidas y cobrado el préstamo, el ángel, Sara y Tobías y demás séquito regresaron a casa de sus ancianos padres.
Allí aumentó la dicha de todos con la curación milagrosa de la ceguera del anciano piadoso Tobías que al querer agradecerle generosamente todo lo que había hecho con su familia se presenta el ángel o enviado de Dios, Rafael.
El anciano Tobías vivió así su “protoevangelio” con la confianza y la fe en las divinas promesas, en la oración y amistad con Dios, en la caridad y delicadeza con el prójimo, en trabajos y obras de misericordia –enterrar a los muertos-, con gran paciencia  en sus tribulaciones, desterrado, pobre, ciego, incomprendido por familiares y ajenos.

Manuel Latorre de Lafuente


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