Zacarías, hijo de Baraquías es contemporáneo del profeta Ageo, que profetizaron sobre el 520 a . de Cristo en el reinado de Darío.
El tema central de sus vaticinios es: promover y alentar a los repatriados judíos sobre la obra, construcción y restauración del templo mezclando sus profecías con las promesas y esperanzas mesiánicas. Sus referencias al Mesías o Deseado de las Naciones son tan claras y terminantes que parece un profeta-evangelista.
Habla de la conversión final de los judíos y del anti-Cristo.
El libro de Zacarías consta de catorce capítulos. Los siete primeros capítulos por su estilo, vocabulario y temática son diferentes de los otros siete restantes, de tal manera que los escrituristas hablan de dos libros en uno y los distinguen en la primera parte como “Libro o primero de Zacarías” y a la otra parte “Segundo de Zacarías”.
Zacarías es sacerdote y le preocupa el momento histórico y la situación de su pueblo después del destierro, le alienta y anima en los trabajos de la restauración del templo. Pero no basta la construcción del templo ni un culto vacío, es necesaria la conversión y avivar la fe y la esperanza tratando de buscar la identificación del pueblo de Dios. Es preciso la reconstrucción del pueblo, recordarle las promesas mesiánicas –centradas ahora en la figura de Zorobabel-.
Por medio de figuras, visiones y oráculos les intenta descubrir el nuevo mundo del futuro y la restauración de la gloriosa Jerusalén ante todas las naciones con la presencia del Mesías.
En la segunda parte o Segundo Zacarías expone la situación de la comunidad en el periodo post-exílico y anuncia claramente al Mesías como rey, como pastor y como el siervo del Señor en la figura del “Doliente, Traspasado o Crucificado”.
Predice una intervención, irrupción o aparición –nacimiento- definitiva y solemne de Dios y la salvación y gloria de la futura Jerusalén por medio de otra Alianza renovada y la instauración definitiva del reino de Dios.
Como Ageo también recuerda y habla de un “Resto, un grupo o un tercio del pueblo” que se mantendrá fiel en la Nueva Alianza –la Iglesia- y el Señor pone en boca de Zacarías estas palabras: “A este tercio lo haré pasar por el fuego, lo purificaré como se purifica la plata y lo acrisolaré como se acrisola el oro. Él invocará mi nombre y yo lo escucharé. Yo diré: “Es mi pueblo” y el pueblo dirá: “El Señor es mi Dios”.
Manuel Latorre De Lafuente
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