domingo, 24 de julio de 2011

DE VERA RELIGIONE


Con este título se conoce una de las grandes obras literarias de San Agustín. “De vera religione” es un libro escrito a su amigo mecenas hereje-maniqueo Rominiano sobre el año 380.

Pretende ayudarle Agustín en la obscura y difícil búsqueda de la verdad y de la única y verdadera religión, problema capital e importante en todo tiempo y geografía para todos los hombres que tienen la suerte de habitar y vivir en este planeta tierra.

Tarea y problema fundamental que está ahí siempre y según sea la respuesta así será la trayectoria de la historia y de los hombres.

El hombre necesita y busca una religión y solo hay una que es buena y verdadera.

San Agustín pretende demostrar en esta obra “De Vera religione” que la única y verdadera religión es la cristiana y que esta religión cristiana no se halla mas que en la religión católica. Es verdad que esta pretensión molesta, pero el problema no vamos a resolverlo los humanos —será imposible—. El problema le interesa y lo resuelve Dios, autor, agente, protagonista y causante de la religión.

Evidentemente que ese Dios Omnipotente arregla ya coge todo lo bueno y santo que hay en el corazón de cualquier pigmeo, pagano o católico.
Dios creó a los hombres no para divertirse a costa de ellos como monos o monas de Dios para hacerle cosquillas —dificultades, cargas y problemas— sino para ser personas e incluso “hijos de Dios”.

Cuenta Agustín a su amigo Rominiano: “Escribí en aquel un libro de “vera religione” en el cual demostré con muchos y abundantísimos argumentos que se debe dar culto a la verdadera religión del único Dios verdadero, es decir, a la Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dije también que la verdadera religión es la religión cristiana que fué otorgada a los hombres por la inmensa misericordia de Dios y que todo hombre debe estar dispuesto por cierta necesidad a dar culto a Dios”.

Este libro forma parte de un pentateuco o grupo de cinco libros que San Agustín escribió a algunos amigos y colegas que militaban en las falsas sectas maniqueas.

Agustín, antes de su conversión al catolicismo había estado atrapado en las redes de la herejía maniquea.

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