Suele citarse el Acta Justini como tipo y modelo de otros relatos da tantos mártires conocidos y desconocidos.
Se presenta el protocolo del proceso judicial con un esquema aséptico, frío y estereotipado: interrogatorio, negativa y sentencia.
Si el relator es cristiano retoca y añade algún detalle personal o doctrinal.
El maestro Justino junto con cinco hombres y una mujer padecieron el martirio el año 165 durante el reinado del emperador Marco Aurelio. Fueron encarcelados por el prefecto de Roma. Está consignada la fecha: 1 de Junio y los nombres. El relator debió ser un escribano cristiano porque tacha de injustas –anomos- las leyes romanas anticristianas y califica de Santos a los acusados.
El interrogatorio muestra una estructura muy simple y conocida. El prefecto pregunta: ¿Cómo vivís? ¿Que enseñas? ¿Dónde os reunís?. Luego amenaza con la flagelación o azotes y con la decapitación. Algunas veces preguntan a los acusados se creen en una resurrección que justifique tal y tanto riesgo. En este caso a la respuesta afirmativa se suspende el interrogatorio y se pronuncia la sentencia de muerte. ¡Parece que la resurrección hace pupa al diablo y al imperio romano!
Tanto las pregunta como las respuestas tienen un esquema mental implícito. Así a la pregunta a cerca del modo de vida Justino responde: “Nosotros llevamos una vida inocente...” responde en el fonda a las acusaciones de crimen que el populacho y la chusma lanza febrilmente contra los cristianos. A la pregunta sobre la doctrina nueva y maléfica del cristianismo, Justino responde que conoce todas las filosofías y doctrinas porque las ha estudiado y vivido pero al fin se había dejado convencer por la verdad de los cristianos. El prefecto cierra oídos y pasa de largo alguna breve exposición y aclaración de la fe cristiana: Dios creador del mundo, Crist, hijo de Dios y Salvador del mundo, premio y castigo eternos, los profetas como precursores etc.
A la pregunta sobre el lugar o punto secreto de reunión y a que hora Justino responde: “El lugar es siempre público, conocido por todos y accesible para todos”.
Última pregunta: Eres cristiano? Al escuchar la respuesta firme y valiente afirmativa inmediatamente se lee la sentencia de muerte para todos ellos.
La sentencia se basa en el Nomen Christianum que es el único fundamento legal porque presupone implícitamente que un cristiano que confiesa su fe no sacrifica ni inciensa ni adora a los dioses e ídolos que mandan las leyes romanas.
De esta confrontación cruenta entre cristianismo y romanismo al final triunfará la religión del Galileo y la paz y la sensatez democráticas con edicto de tolerancia del emperador cristiano Constantino, hijo de Santa Elena en el año 313.
Manuel Latorre de Lafuente
Se presenta el protocolo del proceso judicial con un esquema aséptico, frío y estereotipado: interrogatorio, negativa y sentencia.
Si el relator es cristiano retoca y añade algún detalle personal o doctrinal.
El maestro Justino junto con cinco hombres y una mujer padecieron el martirio el año 165 durante el reinado del emperador Marco Aurelio. Fueron encarcelados por el prefecto de Roma. Está consignada la fecha: 1 de Junio y los nombres. El relator debió ser un escribano cristiano porque tacha de injustas –anomos- las leyes romanas anticristianas y califica de Santos a los acusados.
El interrogatorio muestra una estructura muy simple y conocida. El prefecto pregunta: ¿Cómo vivís? ¿Que enseñas? ¿Dónde os reunís?. Luego amenaza con la flagelación o azotes y con la decapitación. Algunas veces preguntan a los acusados se creen en una resurrección que justifique tal y tanto riesgo. En este caso a la respuesta afirmativa se suspende el interrogatorio y se pronuncia la sentencia de muerte. ¡Parece que la resurrección hace pupa al diablo y al imperio romano!
Tanto las pregunta como las respuestas tienen un esquema mental implícito. Así a la pregunta a cerca del modo de vida Justino responde: “Nosotros llevamos una vida inocente...” responde en el fonda a las acusaciones de crimen que el populacho y la chusma lanza febrilmente contra los cristianos. A la pregunta sobre la doctrina nueva y maléfica del cristianismo, Justino responde que conoce todas las filosofías y doctrinas porque las ha estudiado y vivido pero al fin se había dejado convencer por la verdad de los cristianos. El prefecto cierra oídos y pasa de largo alguna breve exposición y aclaración de la fe cristiana: Dios creador del mundo, Crist, hijo de Dios y Salvador del mundo, premio y castigo eternos, los profetas como precursores etc.
A la pregunta sobre el lugar o punto secreto de reunión y a que hora Justino responde: “El lugar es siempre público, conocido por todos y accesible para todos”.
Última pregunta: Eres cristiano? Al escuchar la respuesta firme y valiente afirmativa inmediatamente se lee la sentencia de muerte para todos ellos.
La sentencia se basa en el Nomen Christianum que es el único fundamento legal porque presupone implícitamente que un cristiano que confiesa su fe no sacrifica ni inciensa ni adora a los dioses e ídolos que mandan las leyes romanas.
De esta confrontación cruenta entre cristianismo y romanismo al final triunfará la religión del Galileo y la paz y la sensatez democráticas con edicto de tolerancia del emperador cristiano Constantino, hijo de Santa Elena en el año 313.
Manuel Latorre de Lafuente
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