sábado, 15 de octubre de 2011

EL SANTO JOB

Al hablar de este personaje se asocia a nuestra mente el eterno problema del mal y del sufrimiento.
Varón de dolores y sufrimientos que repetía en medio de las llagas: “Non est sánitas in carne mea… Toda mi carne era una herida”.
El dolor y el amor son experiencias viejas y universales y siempre están juntos. El que ama mucho pronto se encontrará con el sufrimiento y con el dolor que dará alas y fuerza al amor. Nadie encontrará jamás una explicación lógica al dolor y al amor.
Job contra sus familiares y amigos barruntó una explicación –antes de revelación neotestamentaria sobre el mal, el dolor y la muerte –acertada y atinada.
Job hombre justo y recto que adoraba a Dios es probado por los desprecios y ataques de su mujer y sus familiares. No entienden como Dios puede castigar al santo y fiel.
Se presentan tres amigos: Elifaz de Temán, Baldid de Suhá y Sofar de Naamat anunciándoles grandes calamidades y daños sufridos en los hijos, saqueos, bueyes, asnas y siervos pasados a cuchillo y pedían la conversión de Job que era tratado así como castigo de sus iniquidades y pecados.
Ultimamente fue atacado por una plaga maligna que hizo de Job una ulcera cruenta desde la planta de los pies hasta la coronilla de la cabeza.
Job nunca se quejaba –es anticipo, tipo y figura del futuro “Varón de Dolores” –Cristo Jesús- que en su pasión no abrió la boca para quejarse.
Ante los amigos y familiares nunca dijo una palabra insensata de protesta contra la sabiduría y omnipotencia de Dios.
Al contrario dejó esta enseñanza para la respuesta del mal al mundo: “Desnudo salí de las entrañas de mi madre y desnudo volveré a ella. El Señor me lo ha dado, el Señor me lo ha quitado, sea bendito el nombre del Señor”.
A la mujer que le insistía: “maldice a Dios y muérete” le contestó: “hablas como una mujer necia, si hemos aceptado todo el bien de parte de Dios, porqué no hemos de aceptar el mal…”
Dios sabe más. El hombre no tiene ningún derecho delante de Dios para protestar ni capacidad para preguntar porqué la vida es así y no de otra manera.
Dios no es injusto al permitir el mal. Es una señal de amor: Job, Cristo, la Cruz, los mártires. Ahí está la clave, el mismo Hijo de Dios no tuvo reparo en someterse al dolor de la cruz, solo por amor.
En este mundo siempre estará la misma pregunta y la misma cuestión: ¿por qué sufren los justos? ¿Por qué prosperan los impíos? ¿debe dar Dios felicidad y consuelo a los justos en esta vida antes de la felicidad eterna? ¿cómo explicar las tribulaciones y sufrimientos en este caso de Job y la pasión del Señor?.
El dolor, el amor y la muerte es una gestación dolorosa –un parto- que nos abre el paso a la luz de una nueva vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.