miércoles, 8 de marzo de 2023

                                                                 SPRICH   -WORTEN     -538

                                                                 "CORPUS PAULINUM "  Nº.-  6

                             "     EPISTOLE  PROS  HEBRAIOUS   - CARTA  A LOS HEBREOS . "

               "EL PELIGRO DE LA  APOSTASÍA" "LAS PROMESAS HECHAS A  HABRAHAN  SON                                                                               INMUTABLES"

En el Antiguo Testamento, una vez al  año - el dia de la Expiación  .- el    sumo sacerdote  traspasaba     el velo   del  Templo  y entraba  en el  "  Sancta  sanctorum  "  "  Santo   de los santos  ";  Cristo, con su sacrificio   de la cruz, penetró  en el santuario  verdadero   del Cielo  y abrió  su acceso  a todos. San Pablo dice  que el cristiano  se refugia   en la posesión   de la esperanza  que le ha sido   ofrecida. La esperanza  es,  de alguna forma , la posesión   de lo prometido: es como un ancla  segura   y firme. porque  así como  el ancora  del barco  impide que éste  vaya a la deriva, lo mismo hace la esperanza. Aclara también ahora San Pablo   que el  pecado   de apostasía  y todos los pecados  son  la causa    de la pasión  y muerte    de Cristo. Pero  estemos atentos  a  otra lección   de  San Pablo: Por   lo tanto dejando   ya la doctrina    elemental  sobre Cristo, avancemos  hacia los mas  perfecto, sin  poner  de nuevo  los cimientos   de la conversión    de las obras muertas  y de la fe  en Dios, de la instrucción  sobre  las  purificaciones, la  imposición   de las manos, la  resurrección   de los muertos  y el juicio  eterno. Lo conseguiremos  con la ayuda   de   Dios. Porque  es imposible  que quienes  una vez  fueron  iluminados  y  gustaron   también  el don  celestial  y la manifestación    de la fuerza   del mundo  venidero  y no obstante  cayeron,  vuelvan  de nuevo  a la conversión, ya que,  para su propio  daño, crucifican   de nuevo  al Hijo   de Dios  y lo escarnecen. Porque  la tierra  que bebe  la lluvia  caída  repetidamente  sobre ella  y que produce   buenas plantas  a los que  las cultivan,  recibe las bendiciones   de Dios;  pero   la que hace  germinar  espinas  y abrojos  es despreciable, está próxima  a la maldición  y su final  es el   fuego. Pero  aunque  hablemos  de esta manera, esperamos firmemente  de vosotros, queridísimos,  lo mejor  y lo más   provechoso   para las salvación. Pues Dios  no es injusto  como para olvidarse   de vuestras   obras  ni del amor  que habéis  manifestado  a su nombre  , ya que   habéis   servido  a los santos  y continuáis  haciéndolo. Deseamos  vivamente   que cada uno  de vosotros  manifieste  hasta el fin  el mismo  empeño  por alcanzar  la  perfección   de la esperanza, de modo que   no os volváis    perezosos, sino   que imitéis a los que  heredan  las promesa  mediante  la fe y la paciencia. Por eso Dios, cuando  hizo  su  promesa  a Abrahan, como  no tenía  a nadie  superior  a Él   por quién jurar, juró  por sí mismo  diciendo:  Ciertamente   te llenaré    de bendiciones  y te multiplicaré  sin medida. Y  de este modo, esperando  con paciencia, alcanzó  la promesa.. Pues  los hombres juran  por algo  superior  y el juramento  es para  ellos  la garantía   que pone  fin  a todo  litigio. Y por esto Dios, al querer demostrar  con mayor  claridad  a los herederos  de la promesa  la inmutabilidad    de su  decisión,   la reafirmó con un juramento,  para que, gracias  a dos cosas  inmutables  por las cuales  es imposible  que Dios mienta, los que  buscamos refugio  en la posesión   de la esperanza  que   nos   es ofrecida, tengamos  un poderoso   consuelo, que es  para nosotros  como ancla  segura y firme  de nuestra vida  y que  entra  hasta  el interior, más allá   del velo, donde  como precursor  nuestro entró Jesús, constituido   para siempre Sumo Sacerdote  según el  orden de  Melquisedec. Nota bene:   Jesucristo    vivo   y resucitado  es  la   garantía   de nuestra esperanza   y está a la  derecha  del Padre  y en el   Sagrario      nos acompaña  siempre  hasta  el Padre  -  dice  San  Agustín  - :   "  Christus  orat pro nobis "      como  sacerdote nuestro;  " Christus  orat  in nobis "     como  cabeza  nuestra;  Christus  orat   a nobis  "    como  Dios  nuestro. Así  terminan  todas las  plegarias y oraciones  de  los creyentes   del nuevo pueblo de Dios y  no hay  ninguna oración  sin  ser avalada   por  Cristo:  Te  lo pedimos   "  Per    Christum  dominum  nostrum.Amen ......" . Te  lo pedimos   " Por Jesucristo  nuestro Señor. Amen.

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