lunes, 12 de septiembre de 2022

                                                           SORICH   -  WORTEN  - 278

  De  todos los bienes  que encontramos  en la tierra al nacer   los hombres   somos  administradores:  los  hemos  recibido,   familia  y  cosas que se necesitan  para  vivir y desenvolverse. Si  todos  los   bienes recibidos  no estorban  para  alcanzar  nuestro  fin   que es el Cielo, ya no se llaman  bienes   sino males.  No es el hombre  para las cosas   sino   las cosas para el hombre. El  hombre  para proteger su autonomia, libertad  y estímulo  del trabajo   necesita  la propiedad privada  - casa, dinero, tierras -   y los sistemas  o políticas  que   anulan  o coartan   la libertad, el trabajo,  y la propiedad privada -  derechos  y deberes fundamentales   del  hombre  son antinaturales  - contra   naturam  - . Teniendo  en cuenta   esos  principios básicos y originales,  armonizarlos  y  tutelarlos  es el  objetivo  y  misión  del  séptimo  y noveno   y   el décimo  mandamiento   de la Ley de Dios.  Ahora el séptimo mandamiento  prohibe   todas las actuaciones  que atentan contra  los derechos  del projimo:  el robo, quitar o retener una cosa  cont5ra la voluntad de su dueño;  la usura  que es prestar dinero  u otra cosa   exigiendo  un    interés  excesivo;  el fraude  es dar una cosa por otra  o no dar el justo  peso y medida;   prohibe   también  retener deliberadamente  objetos  perdidos,  pagar salarios injustos,  la especulacion  de precios  y terrenos, la corrupción  en los que tienen que tomar  decisiones,  el fraude fiscal,  falsificación de cheques   de letras y facturas, gastos excesivos  y despilfarro.   Toda  la gusanería   que crece  en la conducta de los hombres   en nuestra sociedad  lejos  de   la   justicia, del amor  y  del temor  de Dios. El pecado grave  del robo  se puede perdonar   en la confesión,  pero es necesario   devolver lo robado  o reparar el daño. Dios  créo  el hombre  "  Ad laborem "   para   trabajar  y este  es el significado   del trabajo  que es un derecho  y un deber mediante  el cual el hombre   colabora  con  Dios  Creador.  Trabajando  con empeño y  competencia,  la persona actualiza  las capacidades inscritas   en su naturaleza,  exalta  los dones  del  Creador  y los talentos  recibidos, procura su sustento  y el de su familia  y sirve a la   sociedad   y   por la gracia  de Dios  el trabajo  se convierte en un medio de santificación y colaboración  con Cristo para la salvación  de los demás. El Estado  procura la seguiridad y defensa   de los derechos   y libertades   y de la propiedad privada,   vigila y encauza el ejercicio  de  los derechos humanos  inalienables. Los trabajadores  deben cumplir  con su trabajo  en conciencia, con competencia  y dedicación. La  Iglesia  enciende  las  luces  rojas   e interviene - con su doctrina social  -    en  materia social  y económica, e incluso en el plano  internacional,  anunciando  que todas las naciones  e instituciones  deben obrar  con los   principios    de la solidaridad  y subsidiaridad   para  eliminar  o reducir  la miseria  y la desigualdad      de los recursos  y de los medios  económicos, las injusticias   económicas  y  sociales, la explotación   de las personas, acumulación  de las  deudas  de los paises pobres y de los mecanismos  perversos  que obstaculizan  el desarrollo  de los paises  menos desarrollados. Este   emporio  -   commercium  humanum  -   no es una ciudad  sin ley    o   del  -  primi capientis  -     del primero que   llegue y que  lo coja,   sino que tiene  unas barreras   y unos límites  controlados,  regulados   y sancionados    también  por el  séptimo  mandamiento  de la ley  de Dios:   "  No roborás...." . 

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