domingo, 27 de noviembre de 2022

                                                               SPRICH   -  WORTEN  -375 

                                        " SAN   PABLO, PRISIONERO  Y TESTIGO  DE CRISTO  "

 "SAN PABLO  EN JERUSALÉN  " " DE MILETO   A  JERUSALÉN " " EL PROFETA  AGABO "

 Ahora  seguimos   el   relato    lucano   en los Hechos      para el   regreso   de Pablo   desde Mileto  a   Cesarea.  Finalizado   el discurso   de despedida  de   los presbíteros   en Mileto  nos  despedimos  de  ellos  nos hicimos a  la mar    para  doblar  la  costa   suroeste   de Asia Menor   que nos mete en  el mar mediterránero    que nos llevará  por las islas  de Rhodas  y de Chipre   a las costas     de Siria  en Palestina.  De  Mileto bajamos a Cos, al dia siguiente    a Rhodas  y luego Pátara,  encontramos una nave  que zarpaba   para  Fenicia, nos embarcamos en ella  y partimos.  Avistamos la Isla   de Chipre  y dejándola  a  babor, continuamos   navegando a Siria .Llegamos a Tiro    donde la nave debía dejar su carga. Encontramos  allí  a los hermanos  y discipulos     y permanecimos alli siete  dias .Movidos por el  Espíritu, ellos le decían  a Pablo  que no subiese  a  Jerusalén. Concluidos aquellos dias  salimos   para continuar el  viaje.Nos acompañaron  todos  con sus mujeres   e hijos  hasta fuera    de la ciudad. Puestos   de rodillass en la playa, hicimos oración, nos despedimos   unos  de otros  y subimos a la nave  y ellos  se volvieron a sus casas. Nosotros terminado  el viaje   por mar  desde Tiro, arribamos  a Ptolemaida, saludamos a los hermanos  y permanecimos  un dia con ellos. Al dia siguiente partimos  y llegamos  a  Cesarea, donde fuimos  a casa  de Felipe   el Evangelista  -  predicador  del  evangelio  -   que era uno de los siete  y nos quedamos con él. Tenía  cuatro hijas  virgenes  que profetizaban. Llevábamos  allí varios dias  cuando  llegó  desde Judea  un profeta  que se llamaba Agabo. Vino  a nosotros, tomó  el cinturón   de Pablo  y atándose  las manos  y  los pies  dijo:  Esto dice el  Espíritu Santo, en Jerusalén  atarán  asi al hombre  a quién   pertenece  este cinturón  y le entregarán  a manos de los gentiles. Cuando lo oimos, tanto nosotros como los del lugar  le rogamos que no  subiera a Jerusalén .Entonces Pablo  respondió:  ¿ Qué haceis llorando  y   afligiendo mi corazón  ?   Yo estoy dispuesto  no  solamente  a que me aten, sino también  a morir  en Jerusalén  por el nombre   del Señor Jesús.  Como no podiamos convencerle, dejamos    de insistirle  y dijimos  ¡  Fiat   voluntas   Dei  !   Hágase la voluntad  de   Dios.  San Pablo, como hizo   el Maestro  en su vida terrena, marcha   con determinación  hacia Jerusalén, sabedor  de que allí  encontrará  la  cruz  y  su ejemplo  mueve   una  vez  mas   a  sus discípulos   a  aceptar lo que  Dios  ha dispuesto.

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