SPRICH -WORTEN - 329
" PRAXEIS TON APOSTOLON " Nª.- 23
" DIAKONIA Y PRISIÓN DE SAN ESTEBAN "
Después de la llamada, elección y acogida de los siete hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, les impusieron las manos y le confiaron la misión del servicio. La imposición de las manos ya desde el Antiguo Testamento es un signo o arte de bendición, de oración y de asistencia divina para una misión. En la Iglesia naciente había imposición de manos en forma de oración y bendición en los bautismos y ordenaciones de Obispos, presbitéros y diáconos.La tradición ha interpretado siempre este episodio de la elección de los siete diaconos y la imposición de las manos como el primer testimonio de la " Diakonía " o institución del diaconado. El servicio de los diaconos en la Iglesia está documentado desde los tiempos apóstólicos y ha ocupado siempre un lugar de honor y de servicio en la Iglesia.San Pablo los saluda en el exordio de la carta los Filipenses y en la primera Carta a Timoteo donde examina las cualidades y las virtudes con las que deben estar adornados para cumplir su ministerio. La primitiva Iglesia atestigua desde el principio esta estructura jerárquica y ministerial de la Iglesia que comprende el diaconado. San Ignacio de Antioquia afirma que una Iglesia particular sin Obispo, sin presbíteros y sin diaconos y por supuesto sin pueblo es impensable. Tanto la jerarquia como el pueblo de Dios gozan del triple " munus " : docere, sanctificare et servire. Desde la Didaskalia Apostolorum, y los Santos Padres de los siglos sucesivos, los diversos concilios y la tradición o " praxis eclesiástica " testimonian esta continuidad y desarrollo del diaconado. De los siete diaconos Esteban era el mas celebre, lleno de gracia y de poder hacía grandes prodigios y señales en el pueblo. Algunos de la sinagoga llamada de los libertos - judios repatriados helenistas de la exclavitud de Roma - otros repatriados de Cirene y de Alejandría y de otros ligares no podían resistir la sabiduría y el espíritu con que hablaba. Sobornaron a unos que le acusaron de blasfemar contra Moisés y contra Dios. Amotinaron al pueblo y lo llevaron al Sanedrín donde testigos falsos decían: Este hombre no deja de proferir palabras contra este lugar santo y contra la ley porque le hemos oido predicar que Jesús el Nazareno destruirá este lugar y cambiará las costumbres que nos ha transmitido Moisés. Atestiguan todos los ancianos y escribas del Sanedrín que vieron en su rostro como el de un angel. El discurso apologético de Esteban tan claro. agresivo y justo desencadeno las iras del Sanedrín y llevándolo a extramuros de la ciudad lo apedrearon - castigo de lapidación contra los blasfemos -.
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