SPRICH - WORTEN - 418
" CORPUS PAULINUM " N.-º 11
" PRIMERA CARTA - PRO KORINTHIOUS - A LOS CORINTIOS "
" MATRIMONIO Y VIRGINIDAD " " RELACIONES ENTRE LOS ESPOSOS. "
Matrimonio y virginidad ya suenan a absoletos estos viejos vocablos. Por eso necesitamos volver a las fuentes - ritornare ad fontes - para encontrar sentido, fuerza y savia para la vida siguiente con estos valores. La santidad del matrimonio que es bueno y santo para los que son llamados a él. Explicar que la virginidad es superior al matrimonio. Nos enseña San Juan Crisóstomo: " Quién condena el matrimonio, priva también a la virginidad de su gloria, quién lo alaba, hace la virginidad mas admirable y luminosa " . Ahora en este capítulo siete intenta Pablo responder a algunas preguntas formuladas por los fieles de Corinto sobre la santidad del matrimonio. Seguimos la carta " Ad litteram " : En cuanto a lo que me habeis escrito, mas vale al hombre no tacar a una mujer; pero ante el peligro de fornicación, que cada uno tenga su mujer y cada una su marido. Que el marido cumpla su deber conyugal con la mujer y lo mismo la mujer con su marido. La mujer no es dueña de su propio cuerpo, sino el marido; del mismo modo, el marido no es dueño de su propio cuerpo, sino la mujer - solo lo que resulta de esa entrega es el matrimonio -. No priveis al otro de lo que es suyo, a no ser de mutua acuerdo, para dedicaros a la oración; y de nuevo volved a vivir como antes, para que Satanás no os tiente por vuestra continencia. .Esto lo digo como condescendencia, no como mandato. Me gustaría que todos los hombres fuesen como yo; pero cada uno tiene de Dios su propio don, uno de una manera, otro de otra. Pero los casados y a las viudas digo que más les vale permanecer como. Y si no pueden guardar continencia, que se casen; En cambio, a los casados, les mando, no yo sino el Señor: que la mujer no se separe del marido y en caso de que se separe, que se reconcilie con su marido; y que el marido no despida a su mujer - hoy con tantas nubes de irregularidades y emparejamientos ya no se ve el matrimonio -. A los demás les digo yo, no el Señor: si algún hermano tiene una mujer no creyente y ella consiente en habitar con él, que no la despida; y si alguna mujer tiene un marido no creyente y este consiente en habitar con ella, que no despida al marido. Porque el marido no creyente es santificado por la mujer y la mujer no creyente es santificada por el hermano. De no ser así, vuestros hijos serían impuros y ahora son santos. Pero si el no creyente se separa, que se separe. En este caso, ni el hermano ni la hermana quedan ligados; porque Dios no ha llamado a vivir en paz. Pués ¿ Qué sabes tú, mujer, si salvarás a tu marido ? ¿ Que sabes tú, marido si salvarás a tu mujer ? Esta la contemplación del hombre y de la mujer según los planes de Dios y de la salvación. La indisolubilidad y la procreación forman parte de la misma naturaleza del matrimonio. La Iglesía tiene el deber y la obligación de defender la unidad y la indisolubilidad del matrimonio como fruto, signo y exigencia del amor absolutamente fiel que Dios tiene al hombre y a su Iglesia. El matrimonio es un camino divino en la tierra. Solo el que ha creado tal hombre y tal mujer puede decir como puede ser tal relación y tal emparejamiento. El tergiversar y frivolizar esa santa y sana relación es el peor peligro para la sociedad, la humanidad y la convivencia.
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