viernes, 30 de diciembre de 2022

                                                                SPRICH    - WORTEN  - 418

                                                            " CORPUS  PAULINUM  "  N.-º 11

                                   " PRIMERA  CARTA  -  PRO  KORINTHIOUS - A LOS CORINTIOS "

                     " MATRIMONIO Y VIRGINIDAD   "    "   RELACIONES ENTRE LOS ESPOSOS. " 

Matrimonio  y virginidad  ya suenan  a  absoletos  estos  viejos   vocablos. Por eso  necesitamos  volver  a las fuentes   -  ritornare  ad  fontes  -     para   encontrar  sentido, fuerza y savia   para  la vida  siguiente  con  estos valores. La  santidad   del matrimonio  que es bueno y santo  para los que son llamados  a él.  Explicar  que la virginidad  es superior al matrimonio. Nos enseña San Juan Crisóstomo:  " Quién condena el matrimonio, priva también  a la virginidad   de su gloria,  quién lo alaba, hace   la virginidad  mas admirable  y luminosa " .  Ahora   en  este capítulo   siete    intenta Pablo responder a  algunas preguntas  formuladas     por los fieles  de Corinto  sobre la santidad  del matrimonio. Seguimos  la carta  "  Ad  litteram " : En cuanto a lo  que me   habeis escrito, mas vale  al hombre  no tacar a una mujer;  pero ante el peligro   de fornicación, que cada uno   tenga  su mujer  y cada una   su marido. Que el marido cumpla  su deber   conyugal  con la mujer  y lo  mismo  la mujer  con su marido. La mujer  no es dueña   de su  propio cuerpo, sino  el marido;  del mismo modo,  el marido  no es dueño  de su  propio cuerpo, sino la mujer  -   solo lo que resulta   de esa entrega  es el  matrimonio  -. No priveis al otro  de lo que es suyo,  a no ser   de mutua acuerdo, para dedicaros  a la oración;  y de nuevo volved  a vivir  como antes, para que Satanás  no os tiente  por vuestra continencia. .Esto  lo digo  como  condescendencia, no como  mandato. Me gustaría  que todos  los hombres  fuesen  como yo; pero  cada uno  tiene  de Dios  su propio don,  uno  de una manera, otro  de otra. Pero  los casados   y a las viudas  digo  que más  les vale  permanecer  como. Y si  no  pueden guardar  continencia, que se casen; En cambio,  a los casados, les mando, no yo sino el Señor:  que la mujer no se separe del marido  y en caso   de que se separe, que se reconcilie  con su marido;  y que el marido no despida a su mujer -   hoy  con tantas    nubes   de  irregularidades  y emparejamientos  ya no se ve el matrimonio  -.  A  los demás   les digo yo,  no el Señor:  si algún  hermano  tiene   una mujer  no creyente  y ella  consiente  en habitar  con él, que no la despida;   y si  alguna mujer  tiene  un marido  no creyente  y este  consiente en habitar  con ella, que no  despida al marido. Porque el marido  no creyente  es santificado   por la mujer  y la mujer  no creyente es santificada  por el hermano. De  no ser  así, vuestros   hijos  serían   impuros  y ahora  son santos. Pero  si el   no creyente   se separa, que se separe. En este caso,  ni el hermano   ni la hermana  quedan ligados;  porque Dios  no ha llamado  a vivir en paz. Pués  ¿  Qué  sabes tú, mujer, si salvarás  a tu marido  ?  ¿ Que  sabes  tú, marido  si salvarás  a tu mujer ?  Esta  la contemplación   del hombre  y de la mujer  según   los planes  de Dios   y de la salvación. La  indisolubilidad  y  la procreación   forman parte   de la misma naturaleza   del matrimonio. La Iglesía   tiene el deber y la obligación   de defender  la   unidad  y la   indisolubilidad   del matrimonio   como fruto, signo  y exigencia  del amor  absolutamente  fiel  que  Dios  tiene al hombre  y a su Iglesia. El matrimonio  es un camino  divino  en la tierra. Solo  el que  ha creado  tal   hombre  y tal mujer  puede  decir  como  puede  ser    tal relación  y tal emparejamiento. El tergiversar  y frivolizar  esa  santa y sana  relación  es  el peor peligro  para la  sociedad, la humanidad   y   la  convivencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.