SPRICH -WORTEN - 521
" CORPUS PAULINUM " Nº.- 7
" EPISTOLE PROS ROMAIOUS-CARTA A LOS ROMANOS "
" LOS CRISTIANOS LIBRES DE LA LEY " " LUCHA INTERIOR "
Nos aporta San Ireneo " La bondad de la Ley radicaba en que era " profecía y pedagogia de las realidades venideras. La Ley fué un don de Dios, según el orden establecido por la sabiduria divina; prohibía los males, ayudaba a conocer los deberes y preparaba la venida del Redentor. Pero era insuficiente, porque no proporcionaba los medios para vencer al pecado. Dios quiere que le sirvamos voluntariamente, no por miedo al castigo sino por amor filial. Dios, aúnque nacemos " proni ad peccatum " " inclinados al pecado " - nos ha dado la gracia o capacidad de amar y nuestro trabajo en hacer que germine en nosotros esta chispa o semilla de vida eterna. Pero disfrutemos de otra lección de Pablo para fundamentar nuestra fe: ¿ No sabéis, hermanos - hablo a quienes conocen la Ley - que la Ley domina al hombre que vive ?. En efecto, la mujer casada está ligada por la ley al marido mientras él vive; pero si el marido muere, queda libre de la ley del marido. Por lo tanto, mientras vive el marido. será considerada adúltera si se une a otro hombre; pero si hubiera muerto el marido, es libre de la ley y no es adúltera si se une a otro hombre. Así pués, hermanos mios, también vosotros habéis muerto para la Ley por medio del cuerpo de Cristo, para llegar a ser de otro - del que fué resucitado de entre los muertos - a fin de que dar fruto para Dios. Cuando estábamos en la carne, las pasiones de los pecados, ocasionados por la Ley, obraban en nuestros miembros dando frutos para la muerte; ahora, muertos la Ley en la que estábamos presos, hemos sido liberados para servir con un espíritu nuevo y no según la antigua letra. ¿ Qué diremos, entonces ? ¿ Que la Ley es pecado ? ¡ De ninguna manera ! . Sin embargo, yo conocí el pecado más que através de la Ley; porque no habria conocido la concupiscencia, si la Ley no dijese: No desearás. El pecado , aprovechando la ocasión, produjo en mí por medio de los preceptos todo género de concupiscencia; porque sin Ley el pecado esta muerto. Yo también, durante algún tiempo, vivía sin Ley, hasta que llegó el precepto y revivió el pecado y yo quedé muerto y el precepto dado para la vida, ese mismo se convirtió para mí en instrumento de muerte. Pues el pecado, aprovechando la ocasión, me sedujo por medio del precepto y por medio de él me dió la muerte. Así que la Ley es santa y el precepto es santo, justo y bueno. Entonces ¿ Lo que es bueno se ha convertido en muerte para mí ? ¡ De ninguna manera ! Pero el pecado, para mostrarse como tal, produjo en mí la muerte por medio del bién, para que el pecado llegase a su colmo por medio del precepto. Sabemos que la Ley es espiritual; pero yo soy carnal, vendido como esclavo al pecado. Porque no logro entender lo que hago; pues lo que quiero no lo hago; en cambio, lo que detesto lo hago. Y si hago precisamente lo que no quiero, reconozco que la Ley es buena. Pues ahora no soy yo quién hace esto, sino el pecado que habita en mí. Porque sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita el bién; pues querer el bién está a mí alcance, pero ponerlo por obra no. Porque no hago el bién que quiero, sino el mal que no quiero. Y si yo hago lo que no quiero, no soy yo quién lo realiza, sin o el pecado que habita en mí. Así pues, al querer yo hacer el bién encuentro esta Ley: que el mal está en mí; pués me complazco en la Ley de Dios según el hombre interior, pero veo otra Ley en mis miembros que lucha conta la ley de mi espíritu y me esclaviza bajo la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Infeliz de mi ! ¿ Quién me librará de este cuerpo de muerte ? Gracias sean dadas a Dios por Jesucristo Señor nuestro.... Así pues, yo mismo sirvo con el espíritu a la ley de Dios, pero con la carne a la ley del pecado. Nota bene: Recojo una aportación del Catecismo de la Iglesia Católica: " La expresión " ley del pecado que está en mis miembros, subraya la personal fragilidad que experimenta el hombre. La via nueva recibida en la iniciación cristiana no suprimió la fragilidad y la debilidad de la naturaleza humana, ni la inclinación al pecado". La gracia santificante nos perdona los pecados, nos hace intrinsecamente justos - santos - y agradables a Dios y nos capacita para obrar el bién. Experimentamos la inclinación al pecado, pero somos libres y en nuestras manos está corresponder a la gracia. Dice San Juan Crisóstomo: Nuestros antiguos pecados han sido eliminados por obra de la gracia. Ahora, para permanecer muertos al pecado después del Bautismo, se precisa el esfuerzo personal aunque la gracia de Dios continúe ayudándonos poderosamente.
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