SPRICH - WORTEN - 469
"CORPUS PAULINUM " Nº 5
" EPISTOLE PROS EPHESIOUS " A LOS EFESIOS"
" MATRIMONIO SACRAMENTO DE LA UNIDAD DE CRISTO Y LA IGLESIA "
Cuando Israel fué redimido de la esclavitud egipcia, la sangre del cordero pascual con la que habían sido rociadas las puertas de las casas israelitas fué la señal distintiva de quienes debían salvarse. De modo análogo, el sello de Espiritu Santo, recibido en los sacramentos de Bautismo y de la confirmación, es la señal imborrable grabada en el alma de quienes son llamados a la salvación en virtud de la Redención realizada por Cristo. Por eso se advierte con claridad que quienes llevan una vida desordenada - sin Bautismo, sin Confirmación, lejos de las exigencias y coherencia con estos sacramentos y ajena a Cristo, no participarán del Reino de Dios. Lo mismo el sacramento del matrimonio que es un sacramento grande y santo donde Cristo se hace presente a los esposos y lo convierte en un camino de amor y de santidad. El Apóstol establece una analogía, por la cual el marido representa a Jesucristo y la esposa a la Iglesia y su recíproca pertenencia - entrega del uno a la otro - es una representación real - signo sacramental - de Cristo con la Iglesia, a quién quiere, ama, alimenta, defiende, protege, ilumina, purifica, santifica y salva. ¿ A qué vienen estas leyes perversas de la Ideologia que atacan al matrimonio y quieren exterminar hasta el lenguaje coloquial y familiar: " Mi mujer.....Mi marido...." .? . Pero demos razón de nuestra fe según la doctrina de San Pablo: Imitad, por tanto, a Dios, como hijos queridísimos y caminad en el amor, lo mismo que Cristo nos amó y se entregó por nosotros como oblación y ofrenda de suave olor ante Dios. Como conviene a los santos, la fornicación y toda impureza o avaricia no se nombren entre vosotros; ni palabras torpes, ni conversaciones vanas o tonterías, que no convienen. Haced más bién acciones de gracias. Porque debéis tener bién claro y aprendido esto: que ningún fornicario o impúdico o avaro, que es como un adorador de ídolos, puede heredar el Reino de Cristo y de Dios. Que nadie os engañe con palabras vanas, porque por culpa de esto vino la ira de Dios sobre los hijos de la rebeldía. Por tanto, no os hagáis cómplices suyos. En otro tiempo érais tinieblas, ahora en cambio sois luz en el Señor: caminad como hijos de la luz, porque el fruto de la luz se manifiesta en toda bondad, justicia y verdad. Sabiendo discernir lo que es agradable al Señor, no pariticipéis en las obras estériles de las tinieblas, antes bién combatidlas, pues lo que estos hacen a escondidas da vergüenza hasta decirlo. Todas esas cosas, al ser puestas en evidencia por la luz, quedan a la vista, pues todo lo que se ve es luz. Por eso: Despierta, tú que duermes, álzate de entre los muertos y Cristo te iluminará. Así pués, mirad con cuidado cómo vivís: no como necios, sino como sabios; redimiendo el tiempo, porque los dias son malos. Por eso no os volváis insensatos, sino entended cuál es la voluntad del Señor. Y no os embriaguéis con vino, que lleva a la lujuria; al contrario, llenaos del Espíritu, hablando entre vosotros, con salmos , himnos y canticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones, dando gracias siempre por todas las cosas a Dios Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Estad sujetos unos otros en el temor de Cristo. Las mujeres a sus maridos como el señor, porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia, que es su cuerpo, del cuál él es el salvador. Pues como la Iglesia está sujeta a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo. Maridos: amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia y se entregó a si mismo por ella para santificarla, purificándola mediante el baño del agua por la palabra, para mostrar ante sí mismo a la Iglesia resplandeciente, sin mancha, arruga o cosa parecida, sino para que sea santa e inmaculada. Así deben los maridos amar a sus mujeres, como a su propio cuerpo. El que ama a su mujer, así mismo se ama, pues nadie aborrece nunca su propia carne, sino que la alimenta y la cuida, como Cristo a la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. Gran misterio es éste, pero yo lo digo en relación a Cristo y a la Iglesia. En todo caso, que cada uno de vosotros ame a su mujer como a sí mismo y que la mujer reverencie al marido. Nota bene: No es posible hablar, ni tratar, ni defender mejor al matrimonio - sacramento grande y santo, imitando el amor y la entrega de Jesucristo - unidad e indisolubilidad - como enseña este manual o carta del Apostol, lejos del maltrato, violaciones, señorios, egoísmos, soberbias, desamores, incomprensiones, esclavitudes, separaciones, machismos y divorcios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.