Para conocer la tierra de Dios es necesario conocer también los antiguos y primeros pobladores de la tierra de Canaán, nombre primitivo de la tierra de promisión o tierra de Israel.
Ocupa la zona estrecha entre el mar Mediterráneo y los desiertos de Siria y Arabia.
Los “cananeos” es un conjunto de tribus y ciudades descendientes de Canaán, hijo de Cam, maldecido por Noé. Vivieron en esta zona antes e incluso mezclados luego con los israelitas a su llegada, tienen una lengua común –el cananeo-, estos y los pueblos vecinos formaban no grandes potencias que pudieran amenazar seriamente su asistencia como lo haría más tarde Grecia y Roma.
Al sur del mar Muerto estaba el pueblo de Edom, al este estaban Moab y más arriba se encontraba Amón y Basán. Al norte del país se hallaban los “arameos” y los reinos de Damasco y Jamat, al oeste estaban los “filisteos”, pueblos de mar que llegaron al mismo tiempo que Israel y fueron los enemigos internos más incómodos para el pueblo de Dios, finalmente al noroeste se encontraban los “fenicios”, marineros y comerciantes con sus grandes ciudades Tiro y Sidón. Las relaciones con Israel fueron generalmente amistosas.
El pueblo de Israel parece ser constituido como pueblo en tiempo de su monarquía en los siglos XI y X antes de Cristo, pero antes le ha precedido un largo período de ocho o nueve siglos como pueblos nómada y seminómada hasta hacerse sedentarios y fijos.
Nos cuenta la historia en el libro del Deuteronomio 26, 5: “Mi padre era un cananeo errante...” para hablar de sus orígenes y epocas ante-patriarcal. Todo este “período constituyente” tiene como tres momentos significativos: la prehistoria patriarcal, la estancia del pueblo errante en Egipto y su salida, la conquista y progresivo asentamiento en la tierra de Canaán.
El viejo Abrahán proviene de Mesopotamia –tierra entre ríos- Tigris y eufrates, de la ciudad de Ur y Jacob viene de Jarán, pueblos nómadas que merodeaban por el centro y algunos llegan hasta Egipto -como los Hicsos- pueblos semitas y mezclados que aparecieron en torno a los siglos XVII y XVI antes de Cristo.
A estos grupos y pueblos los unía la fe en el único Dios, Señor y Padre.
A lo largo de la historia de estos pueblos se fueron haciendo las sucesivas intervenciones de Dios y la Revelación según nos cuenta y transmte el Antiguo Testamento y la vieja literatura.
Leemos como dato “ad casum” en el Deuteronomio 26,6: “El Señor nos sacó de Egipto con brazo fuerte y mano extendida...”
Y finalmente el mismo libro nos relata: “El Señor nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra... Canaán”
Manuel Latorre de la Fuente
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