El “Pastor de Hermas” es un libro de mucho valor, apreciado, familiar y usado por la primitiva cristiandad, perteneciente a un género literario muy antiguo llamado “Apocalipsis”. Fue escrito en Roma sobre el año 140 por un tal Hermas, hermano del Papa Pío I .
Dice un axioma latino: “Pace effeminantur mores ...” Viene la flojera en tiempos de paz... En medio de las persecuciones, la primitiva cristiandad se fortalecía, pero cuando llegaba un período de cese de la persecución o un poco de tranquilidad, bajaba el fervor y el buen espíritu, crecía la tibieza, aumentaban los pecadores tanto entre los fieles como entre los ministros. Cuando se reunieron para el Concilio de Nicea en el año 325 – primer Concilio Ecuménico – los obispos llevaban las heridas de las persecuciones sufridas.
En uno de esos momentos de calma y de relajación, aparece el “Pastor de Hermas”, cuyo objeto es llamar a la penitencia, al cambio, a la conversión – Metanoia –
En aquel marco, el autor recurre a un género literario apocalíptico, apoyado en ciertas visiones o revelaciones. “Apocalipsis” significa revelación, manifestación, visión clara. Es un vocablo griego compuesto por la partícula “Apo”, que significa fuera de, lejos, y por el verbo “Kalipto”, que significa guardar, cerrar, ocultar, tener secreto. Lejos y fuera de lo oculto está lo claro, lo manifiesto, lo que se revela.
La obra consta de cinco visiones, doce mandatos y diez semejanzas.
Hermas habla de una visión o revelación con dos personajes misteriosos: una anciana y un pastor, llamado Hermas. Se le aparece una anciana matrona – Hermas piensa en su antigua ama y señora Rhode, de la que estuvo enamorado mientras fue su esclavo en Roma – y exhorta a Hermas y toda su familia a hacer penitencia, y le concede a la cristiandad un último plazo para la conversión.
Hay varias apariciones o visiones, y cada vez la anciana matrona aparece más rejuvenecida y ataviada como una joven muy moderna y elegante. Le muestra a Hermas una “torre de construcción” en piedra que, según le explica, simboliza a la Iglesia , que llegará a su final – acabada – cuando todos los cristianos se coloquen como piedras preparadas y purificadas por medio de la penitencia . Una bella imagen para señalar la construcción de la Iglesia en la que los cristianos, como dice San Pedro, son piedras vivas. Pero para ser piedras útiles, aptas para la edificación, hay que hacer penitencia por los pecados.; sin la conversión o penitencia seremos piedras inútiles, inservibles, cantos rodados o piedras informes a las que les falta el ajuste para la construcción.
Al elegir la forma de apocalipsis para exponer su doctrina, el autor quiere decir que esta llamada a la penitencia – ante la “Parousía” inminente o final, es decir, la Segunda Venida de N.S.Jesucristo en gloria y majestad, es un encargo o revelación proveniente directamente de Dios.
Manuel Latorre de Lafuente
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.