Otra verdad nos enseña la Biblia que tanto el hombre como la mujer proceden de Dios iguales en grandeza, dignidad y naturaleza.
Ante las posibilidades infinitas que había para poder ser de otra manera ya estuvieron así pensados, constituidos y formados en la mente del Creador: inteligentes y libres, con un cuerpo y con un alma inmortal y definitiva.
Varón y varona totalmente iguales en naturaleza y dignidad sólo la diferencia del orden de aparición en la escena, prioridad cronológica y existencial, primero fue creado el hombre –varón- y luego fue formada la mujer –varona-.
Dijo Dios después de haber creado los cielos y la tierra y todo lo que contenían: “no es bueno que el hombre esté solo, le daré una ayuda semejante a él...”
Entre todos los seres que había creado, ninguno era parecido ni semejante a Adan, estaba solo en la mente del creador algo igual, parecido y semejante a Adán, la varona o mujer.
Siempre hay un antes y un después, primero una cosa y después la otra, no es una creación apelotonada e informe, ni repentina ni espontánea, sino ordenada, escalonada y bien hecha.
Algunos ya están dando vueltas en su cabeza por aquello de la prioridad de aparición en escena del varón, pero que piense también en que en la creación hay un “orden in crescendo” de lo menos importante a los más importante, de menor a mayor y la varona es como el remate y la corona de la creación y después Dios descansó.
Entonces hizo caer sobre Adán un sueño profundo, luego tomó una de sus costillas y cerró la carne. Todos los varones y varonas aparecen y nacen con el número exacto y necesario de costillas. Y de la costilla formó a la varona y se la presentó al varón y dijo éste: “esto es hueso de mis huesos y carne de mi carne... vale... y dijo Dios: “Valde bonum... muy bien.
Ahora todo quedó en perfecto estado y en orden el Kosmos –en griego- “mundo, adorno, orden”.
La igualdad originaria del varón y de la varona en su naturaleza, dignidad y grandeza repugna y choca contra el pretendido sistema y política de las desigualdades de sexo en nuestro mundo actual.
Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer para ser una sola cosa y una sola carne , uno se entrega totalmente al otro y desaparece, y el otro se entrega totalmente al otro y desaparece y lo que resulta ya no son dos, sino una sola cosa, un uno nuevo, un todo, una familia, un matrimonio, un amor antes de todas las leyes y estados ya desde sus orígenes porque los del –varón y de la varona- es un plan y un querer del Creador.
Manuel Latorre de Lafuente
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