En el cuarto libro de la Biblia llamado “libro de los números” que junto al Génesis, Éxodo, Levítico y Deuteronomio configuran el bloque del Pentateuco se encuentra un verdadero paralelismo o figura entre el pueblo hebreo por el desierto durante 40 años y el nuevo pueblo cristiano que camina por el desierto de este mundo hacia la tierra o patria prometida: el Cielo.
El libro de los Números no habla ni de números, ni de aritmética ni de matemáticas.
En Hebreo le llaman “Bemidbar” que significa “en el desierto”, es el contenido del libro enumerar y describir los trabajos y dificultades del pueblo por el “camino del desierto”, semejante en todo a nuestra “peregrinación cristiana” hasta el cielo.
Relata y nos recuerda a nosotros –los creyentes- la fidelidad, el amor, el noviazgo. El desposorio de Dios con su pueblo, el cuidado y como respuesta la infidelidad, la terquedad, la rebeldía y la dura cerviz del pueblo.
En griego a este libro le llaman “Arizmoi” que significa “números” y de este vocablo procede “aritmética” o “Aritmologia” que es la ciencia de los números.
La razón del título “números” es que al principio en sus primeros capítulos el autor se entretiene contando “diversas numeraciones, censos, formaciones y descripciones” de las tribus y campamentos.
Es como una continuación de la caravana del pueblo después de salir de Egipto hacia el monte Sinaí, atravesando el desierto hasta llegar al monte Moab a las puertas de la tierra prometida o Canaán.
Cuando al final de la marcha o travesía durante 40 años por el desierto, estacionadas las tribus, las caravanas y campamentos, en las montañas de Moab a las puertas de Canaán, Dios elige al profeta Balaán para que de instrucciones , corrija y alerte al pueblo para entrar en la tierra prometida y seguir, pero el profeta en vez de corregir y maldecir, aparece tolerante aceptando las protestas, rebeldías e idolatrías del pueblo. Entonces la burra de Balaán se planta y se resiste y no quiere prestar servicio al falso profeta y después de varias palizas a la fiel burra lo transportó para que pronunciara al pueblo los verdaderos oráculos.
La antigua y vieja historia se repite: Nuestra crisis actual, olvido, desprecio de dios, posturas contestatarias, murmuraciones contra Dios, idolatrías, becerros de barro, infidelidad, escased de gracia,fe, perdón y conversión. Falsos profetas.
A nuestro mundo que pretende silenciar el plan y el camino de Dios le sorprenderá con los prodigios de “otras burras de Balaán” y con “nuevos truenos” como en el monte Sinaí.
D. Manuel Latorre de Lafuente
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