¿Origen de qué...? Del mundo y del hombre.
Sobre el término “a quo”, “de donde venimos”, “el comienzo”, “origen de todo lo visible y lo invisible”, pueden hablar ú opinar todos los filósofos y no filósofos, pero en medio de todos los pareceres, opiniones, hipótesis, sentencias y afirmaciones, la versión de Dios es la más cierta, más segura y la única verdadera.
Así comienza la revelación de Dios para que el hombre se entere: “Al principio creó los cielos y la tierra...”
La razón, la naturaleza, la experiencia y la ciencia nos pueden hablar de Dios, pero antes de todo ya está –desde el principio- para mayor certeza y seguridad la Palabra de Dios o la Biblia.
Toda ciencia y estudio es serio dentro de estas coordenadas. La existencia de Dios es la primera verdad fundamental en donde se apoya todo lo material, espiritual y eterno. Un Dios Dueño y Señor, Creador de “cielos y tierra”, es decir, el universo entero – el Kosmos – las cosas visibles e invisibles.
Este Dios no tiene origen, es eterno, sin principio ni fin. ¡El que tú y yo seamos objeto de atención y consideración por parte de ese Dios Eterno y Padre, ya tiene tela el asunto...!
Ante un Dios así anunciado y revelado caen por tierra las falsas teorías de “panteísmo” que afirman que todo es Dios y que el mundo y la naturaleza no se distinguen de Él. Sin embargo, es verdad que detrás de todo lo creado se ve la huella y el dedo de Dios.
También es falsa la teoría de la divinización de la materia que pretende defender el “materialismo”. A nadie se le ocurre pensar y concebir una materia eterna, sin principio ni fin.
Así mismo, es falsa la negación de la existencia de Dios o “ateísmo”. Dios es el que más pregona y brilla. Sólo el ignorante niega la existencia de Dios. Si no existiera Dios, no habría ateos.
Sólo el Dios del Génesis o Creación se manifiesta y declara “Omnipotente”: tiene el poder de crear de la nada ; antes, nada y luego aparece todo, hacer pasar una cosa del no- ser al ser e inventar el único y singular modo de ser que ahora tocamos, palpamos, vemos y vivimos. Todo supone un poder absoluto e infinito.
El Génesis nos habla de un Dios personal y familiar, que habla y pacta con su pueblo: con los primeros representantes del pueblo, Adán, Eva, Caín, Noé, Abrahám, Moisés, habla en Cristo, en su Iglesia y habla con todos los hombres de hoy.
Además de lo que nos pueda ir diciendo la historia y todo el ruido que hace la razón, la creación, la naturaleza, la Biblia nos enseña claramente: “Los cielos y la tierra pregonan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos...”
Manuel Latorre de Lafuente
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