viernes, 27 de mayo de 2011

EL REY DAVID

Samuel fue último Juez del pueblo de Israel. El pueblo cansado del gobierno de los Jueces se presentó ante el anciano Samuel para pedirle un rey –como tenían todos los pueblos vecinos y enemigos- para protegerlos y defenderlos.
Se entristeció Samuel ante aquella petición: hasta ahora el único verdadero rey de aquella nación israelita era el Señor –Teocracia o Señorío de Dios-, además conocía Samuel las tropelías, exigencias, caprichos, tiranías y despotismos de los reyes.
Sin embargo atendió los deseos de su pueblo ungiendo como rey a Saúl que en un primer momento gobernó conforme a la ley del Señor y luego se apartó del consejo de Samuel y de la Ley y al final terminó mal siendo rechazado por Dios.
Como sucesor fue elegido el hijo más pequeño de la familia humilde de Isaí: David.
El profeta anciano Samuel ungió al joven David en el trono y que estaría al servicio de Saúl como diestro tocador de arpa, buen músico y compositor de himnos y salmos, por envidia Saúl terminó odiando y persiguiendo  a muerte a David.
En dos ocasiones David pudo vengarse fácilmente y deshacerse de Saúl: Una mientras hacía sus necesidades en una cueva, se contentó con cortarle la orla de su manto. Otra vez encontró a Saúl profundamente dormido en medio del desierto, se acercó, le arrebató la lanza y desde lejos le gritó y le mostró el trofeo.
Todos recordamos la célebre hazaña de David contra el gigante filisteo Goliat. Después de varios días de insultos, desprecios , amenazas de las tropas filisteas contra el pueblo de Israel se enfrentan en medio del campo de batalla y el pequeño David con una honda y una piedra se deshizo de Goliat y del peligro filisteo.
Una vez que David conquistó Jerusalén y se estableciera en ella mandó llevar el “Arca de la Alianza” que se hallaba en la pequeña ciudad cerca de “Kiriat Jearim” a donde la había trasladado Samuel desde Silo en poder de los filisteos.
Pensó David construir un digno y grandioso templo, pero las cosas fueron de otra manera; sería su hijo Salomón quién lo construiría.
David, grande por sus cualidades también fue un pecador . Se enamoró de la guapa Betsabé, mujer de Urías, mandó colocar a Urías en el lugar más duro de los combates y de las guerras y murió gloriosamente. David tomó como esposa a la hermosa Betsabé dentro de la poligamia imperante.
David reconoció y lloró su pecado y compuso un bello salmo de penitencia “el Miserere o salmo 51”. Muchos imitan a David en el pecado pero no en la penitencia.
El profeta Natán al arrepentido y santo rey David le hace la promesa: “de tu linaje, de tu trono, de tu casa, de tu raíz, saldrá el Niño que va a nacer, llamado Hijo del Altísimo y su reino no tendrá fin”.

Manuel Latorre de Lafuente

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