jueves, 26 de mayo de 2011

DIOS Y LA BIBLIA

Existe un libro en la tierra, el más importante, el libro por antonomasia, el libro de los libros –biblos en griego-, está ahí y los hombres no pueden evitarlo, es un reto para los hombres de ayer, de hoy y de siempre, habla del origen de la humanidad y del destino natural y sobrenatural del hombre, expone el plan de Dios único, válido y verdadero para todos los hombres en todos los tiempos, tierras y colores, sin diferencias y sin alternativas.
El peridosta alemán Peter Seewald hace una pregunta a Joseph Ratzinger: “En la hipótesis que tuviera que vivir en una isla desterrado y en solitario, ¿qué llevría como logística?”. Contestó a bote-pronto y sin pensar, “Die Bibel” la Biblia.
A pesar de que nuestros ojos están ciegos y en penumbra a consecuencias del fallo original, todavía estamos a tiempo –nunca es tarde- para empezar a familiarizarnos con la Biblia, leerla desde el principio hasta el final y desde el final hasta el principio, meditarla, reflexionarla, vivirla ya que es útil para enseñar, para argüir, para corregir, para instruir, para ser perfectos y estar pertrechados para toda obra buena. Jamás el hombre podrá encontrar mejor medicina.
En el Antiguo Testamento le dice el Señor al tímido profeta Ezequiel: “Come ese volumen y queda lleno de valor para anunciar y reprender...”
En el Nuevo Testamento se encuentran muchos pasajes: “Tu palabra me da vida...” “Señor, Tu tienes palabras de vida eterna...”
Habrá alguien que prefiera comer solo el “pan que pudre...” pudiendo comer “el pan que da la vida”...?
Es ciencia y sabiduría la “inerrancia biblica”, es decir, que la Biblia por ser Dios su autor no puede engañarse, ni engañar a la humanidad. No habla de matemáticas ni de ciencias humanas sino de la salvación total de los hombres terrenal y eterna con autoridad, con certeza, con seguridad, con amor y sin posibilidad de errar.
Por ser para todos los hombres –universal- y estar escrita con idiomas originales: Hebreo, Arameo, Griego, necesita versiones y traducciones.
Según los siglos y culturas van apareciendo las versiones.
En el siglo III antes de Cristo 72 sabios judios hicieron la traducción de muchos libros del Antiguo Testamento desde el Arameo al Griego la conocida “Versión de los LXX”. Esta versión, usada por los primeros cristianos en la cultura helenística por ser un griego popular, vulgar y común se llamaba “la Koiné”.
En el siglo IV después de Cristo San Jerónimo hizo la versión al Latín desde el Hebreo y el Arameo de lal Biblia, por ser un latín vulgar y común se llamó “la vulgata” y desde entonces fue la más usada.
En el siglo XII y XIII el rey Alfonso X el Sabio mandó hacer una versión al castellano conocida como Biblia Alfonsina y luego irán apareciendo en todas las lenguas vernáculas para que sea conocida en todo el Cosmos.

Manuel Latorre de Lafuente

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