Con esta otra palabreja “Paralipomenos” se califican dos libros del Antiguo Testamento conocido como “Libro de las Crónicas”.
“Paralipomenos” es vocablo griego derivado del verbo “paraleipo” que significa omitir, olvidar, dejar de lado, suprimir. Es como un “complemento” que narra o recuerda cosas “omitidas” en los anteriores libros de los Reyes, aunque tiene muchas cosas comunes y repetidas.
Los judíos lo nombran y conocen a este libro con las dos palabras hebreas con que comienza: “Dibrey hayyamin…” porque es como un “diario o relato de acontecimientos o anales.
Generalmente se conocen estos libros como “Libros de las Crónicas” por su contenido lleno de nombres de genealogías, números, relatos, roles y listas de reyes, historias, crónicas o anales.
Es un libro con dos cuerpos. En el primero se presentan tablas y catálogos de descendientes del pueblo de Israel desde Adan hasta el cautiverio de Babilonia, resalta también la historia del rey David.
En el segundo cuerpo narra la historia de Salomón y de los reyes del sur de Judá, desde Roboám hijo de Salomón hasta el último rey Sedecías que sufrió el destierro junto con su pueblo. No habla nada de los reyes del Norte y hace referencia al decreto del rey persa Ciro del año 538 que permite al pueblo judío volver del cautiverio.
El cronista autor del libro puede ser Esdras y usa fuentes y genealogías bíblicas y documentos paralelos o extrabíblicos y completa la obra con su aportación personal, con algunas reflexiones y tradiciones orales.
El hilo conductor o marco del “Libro de las Crónicas” viene dado por la fuente o estilo “deuteronomista” cuya teología enseña que la felicidad del pueblo y de los reyes de Israel depende de la observación del “nomos o Ley” o del “deuteros-nomos” o Deuteronomio. Equipara el eje o binomio David-Jerusalén con el otro dúo Moisés-Sinaí del Pentateuco.
Ensalza la figura de David, engrandece sus empresas y silencia sus fallos y caídas.
Recalca que la división, la ruptura y el cisma de la monarquía de Israel al final del reinado de Salomón fue producida por su infidelidad a Dios y la idolatría a divinidades extranjeras.
Tanto los reyes cismáticos del Norte como los del Sur siguieron la misma perversión, infidelidad y adoración de dioses falsos y terminaron desterrados con su pueblo, unos en Asiria y otros en Babilonia.
Manuel Latorre de Lafuente
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