Jesucristo no escribió nada. Su enseñanza y la transmisión de su doctrina desde el principio se hizo de una forma oral hasta aparecer las formas escritas y literarias.
Desde la muerte de Jesús sobre el año 30 hasta la aparición de los primeros escritos cristianos pasarán unos 20 años.
Por este tiempo no había necesidad de libros o escritos que guardasen la doctrina predicada por Jesús pues vivirán los testigos oculares y discípulos que habían escuchado y conocido personalmente a Jesús y testimoniaban de modo auténtico su evangelio.
Por otro lado existía la creencia y las ansias de la “inminente Parousía” o venida e instauración del Reino de Dios en la Tierra en la primera generación de discípulos.
Sin embargo ya antes de la aparición de los primeros escritos oficiales cristianos: la primera carta de San Pablo a los Tesalonicenses escrita en Corinto sobre el año 50 ya había algunas “formas preliterarias sueltas” nacidas de la cotidiana vida y uso cristiano: “parenesis” o exhortaciones, enseñanza e instrucciones. “liturgia” oraciones, Cantos, Aclamaciones, Aleluias, Amen, Hosannas, Padrenuestro, Glorias, Magnificat y Benedictus. “Catequesis” formulas bautismales, simbolos y credos. “Kerigmática” o predicación y homilías. “Tradiciones orales” o recogidas con dichos y hechos de Jesús, algunas están en los libros canónicos y otros en los extra-canónicos.
Los llamados “Agrafa” o no escritos son dichos del Señor que no se hayan en los Evangelios canónicos escritos sino en otras fuentes y tradiciones.
“Agrafia” es un vocablo compuesto de “a” que en este caso es “alfaprivativa” y significa negación: no, sin. Sin escritura, sin escribir, sin escrito.
Cuarenta años más tarde de la muerte y resurrección de Jesús los cristianos comprendieron que se habían equivocado al esperar el retorno o Parousía del Reino de Dios –ahora ya, inminente-. Iban muriendo los testigos oculares y surgió la necesidad de escribir. A partir del año 70 aparecen los evangelios escritos: Mateo, Marcos, Lucas y en el año 100 el evangelio de San Juan.
A finales del siglo IV quedó redactada y aceptada por la Iglesia la lista, catálogo –Kanón- medida, metro, norma de los 27 libros “canónicos” que configuran el Nuevo Testamento.
Manuel Latorre de Lafuente
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