DOXOKALIA - 105
EL RINCON DE MANOLO: TO ORGANON : Variedades XI de Mozart
MONACATOS, CENOBIOS Y CLAUSTROS
En este planeta en que vivimos no es posible que haya
relaciones y comunicaciones mas grandes ni mas intimas que estos
interlocutores: Hombre y Dios. A los reclamos y salidas amorosas
de Dios hacia los hombres - multifariis et diversis modis -
muchas veces y de diversos modos: Revelación, Alianzas, Promesas,
Escrituras, Pueblo, Encarnación, Muerte, Resurrección, Cielo o
relación definitiva, gozosa y última, suprema y eterna, siempre
los hombres han intentado dar polimorfas y variadas respuestas
y ahora en estos siglos III y IV con una estructura de vida
conocida como monacatos, cenobios y claustros. Hoy hemos
descubierto que nos podemos poner en relacion y amistad con Dios
cada uno personalmente y desde la vida ordinaria y desde la
calle. Los monacatos, cenobios y claustros son modos de vida,
formas neotestamentarias nacidas por amor a Dios y con ganas
de perfección y de santidad, para conocer, amar, vivir y responder
a las exigencias del Evangelio con coherencia y unidad de
vida. Son modos de vida o ideales paleocristianos cuya esencia
o marco consiste en el “ contemptus mundi “ retirada o
alejamiento del mundo o medio exterior. Ya tenemos en el
arranque e inicios de la historia cristiana una concepción
falsa y errónea, una división, dos clases de hombres, de primera
y segunda división, los privilegiados, los llamados a la santidad
y el pelotón, los del claustro o convento y los de la calle.
Así estructurada rodó la historia durante 20 siglos
tomando respiro en el siglo XIII con las Ordenes religiosas
nacidas para defender la doctrina, ejercer la caridad y la
enseñanza y santificarse viviendo los votos de pobreza, castidad
y obediencia. Lo esencial es el “ contemptus mundi “ huida
del mundo, desiertos, cenobios, convento y claustros. No es crítica
sino análisis de la historia. Todas estas vocaciones del
desierto, cenobios, conventos, claustros y todas las ordenes
religiosas han sido, son y serán siempre santas y laudabilísimas,
pero el resto, el pelotón y los de fuera, los del mundo , los de
a pié, los de la calle, los cristianos corrientes, los de segunda
división, la mayoría restante, los presuntos pocos inciados. No
puede haber cristianos de primera y segunda división - solo
hay un color el de los hijos de Dios - todos por el Bautismo
estamos llamados a responder y a intimar con Dios totalmente -
ser santos de altar - es la voluntad y querer de Dios, vocación
universal a la santidad cada uno en su sitio, precisamente en
medio del mundo y en la calle, de cada hombre y cada mujer espera
el Señor una relación intima y amorosa, filial y vivida no menos
exigente que la de los enamorados de Dios en los conventos, en
el desierto o en el claustro, todos tenemos el mismo puchero, los
mismos medios y el mismo objetivo, aúque parezca mal-sonante estas
tres virtudes puntuales y nucleares: pobreza, castidad y obediencia
han de ser vividas por amor a Dios y con el mismo cuidado y
amor tanto en los claustros como los que están fuera del claustro.
Así sin excepción dice el Señor a todos :
“ Sed santos y perfectos como vuestro Padre...” El Concilio
Vaticano II que es la última bandera alzada en el siglo XX en
todos los documentos habla y enseña la llamada universal a la
santidad. Sintoniza y hace eco al mensaje y la doctrina de San
Josemaría que desde el 2 de Octubre de 1928 enseña en
todos los continentes que la plenitud de vida cristiana habrá
de alcanzarla todo fiel corriente en el lugar y situación que
tenga en la sociedad terrena haciendo de su trabajo y de su
vida ordinaria – a imitación de la vida oculta de Cristo –
ocasión de santidad y de servicio a Dios y a sus hermanos...Es
obvio que la sensatez hoy nos avisa: El siglo XXI padece
crisis de santos y su enfermedad no se cura sin la santidad.
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