domingo, 15 de diciembre de 2019

DECANOMIA - 106 . : CUESTION SOCIAL



                                 Conmunio  de   Beethoven 





CUESTION SOCIAL

La Iglesia fundada por Cristo tiene mucho que hacer y que decir a lo
largo de la historia sobre la organización social. Naturalmente tiene
siempre sus baterías totalmente cargadas: la vieja y la nueva doctrina
social de la Iglesia.

Toda organización de la sociedad exige que haya quién mande y haya quien obedezca. El poder de la autoridad viene de Dios por eso los que mandan deben hacerlo con justicia y delicadeza y los que obedecen deben hacerlo con respeto, fidelidad y sumisión.

El objetivo de la organización de la sociedad es perseguir y lograr el
bien común. Hoy parece que la doctrina social de la Iglesia no tiene cavida,
es como una célula enquistada dentro del organismo de la sociedad. Pero
como es una célula vital tendrá que reactivarse e invadir para hacer la
metástasis” en toda la sociedad.

Hoy la cuestión o problema social se ha agravado profundamente
porque se ha hecho poco caso o ninguno a las directrices sociales de la
Iglesia.

Cristo acabó con la esclavitud, pero no con la fuerza de las armas sino
con la fuerza de su doctrina y con la fuerza del amor. Las “macrósticas
injusticias” de nuestro tiempo no se vencerán con el odio, sino haciendo
a los hombres mejores. No hay doctrina ni sistema ni programa para
hacer mejor a la humanidad que supere a la doctrina de Cristo.

Es necesario y urgente que los que mandan y los que obedecen
acepten la doctrina social de la Iglesia— Ni el odio ni el egoismo
pueden aguantar la verdadera paz.

Han fallado a lo largo de la historia los viejos intentos de las luchas
de clases. Los hombres —aunque parezca tautológico— todos somos
hermanos, hijos del mismo Padre-Dios. Por lo tanto con los mismos
derechos fundamentales a poseer y gozar de la tierra y de los bienes
del mundo.

La Iglesia en su recorrido por la historia ha tenido que vivir —como
Madre y Maestra— en medio de las estructuras sociales más diversas. En
todos los siglos ha luchado por implantar y defender la justicia social.
Nunca por medio de una revolución sangrienta, sino con la doctrina y
con el amor. Ella posee la medicina, es decir, su doctrina clara y segura
y colabora con los patrones y los obreros pero la historia la va haciendo
la libre actuación del hombre.

La Iglesia siempre vigila por la dignidad de la persona humana; las
empresas con comunidades de personas; ha defendido siempre que el
Estado es para el hombre y no el hombre para el Estado; lo primero en
la tierra es el hombre y todo está en función del hombre; las cosas son
para el hombre y no el hombre para las cosas. Por eso las huelgas son
métodos —extremos y límites— reconocidos por la doctrina social de
la Iglesia para la defensa de los derechos del hombre y para cuando hay
inversión en la jerarquía de valores. Las huelgas deben hacerse en las
debidas condiciones y con los justos límites para no dañar ni perjudicar
las exigencias del bien común de la sociedad. Dice Pablo VI en la encíclica
Populorum progesio” “No se puede combatir un mal real al precio de
un mal mayor”.

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