Himno de Hándel
EUTANASIA II
Palabra que etimológicamente procede de dos vocablos griegos, de
“eu” que significa bien, y de thanatos, que significa muerte, de ahí buena
muerte. Este vocablo eutanasia ha sido y es usado y maltratado, traido y
llevado por todos. La medicina lo emplea significando estos conceptos “muerte dulce”, “muerte sin dolor” etc., etc.
Los místicos lo usan para hablar de la muerte feliz, dichosa, bienaventurada, ejemplar y santas de los siervos de Dios, arrancando de la Sagrada Escritura: “Dichosos ya los muertos que mueren en el Señor…”
Otros hedónicos del siglo XX la califican a la eutanasia como la cumbre y la plenitud, el final feliz de una vida vivida a la “dolce vita” sin freno ni cortapisas. Por lo tanto el vocablo eutanasia es un vocablo ambiguo y aplicable a muchas realidades.
Sin embargo, en general, bien nos entendemos todos cuando se habla de la eugenesia o buen nacer y de la eutanasia o bien morir.
Tanto el nacer como el morir son actos positivos que pertenecen a la existencia y le son conaturales, siempre se nace a tiempo y se muere
a tiempo; ¿ahora se puede hablar hoy del bien morir…? En el siglo XX
le hemos arrancado el objeto a la eugenesia y también a la eutanasia. Se
puede hablar del buen nacer de una criatura nacida sin dolor, engendrada
sin amor, alimentada sin calor humano y criada sin hogar, etc. etc. Qué
tiene este nacer del siglo XX de eugenesia? mas bien suena a —cacaogenesia—
o mal nacimiento.
Lo mismo digamos de la eutanasia, ¿dónde está la dulce muerte
o muerte feliz? Cuando hoy el tecnicismo de la medicina corre el
riego de hacerse abusivo sobre todo en los últimos momentos de la
existencia, cuando el final de la vida hoy se hace en una situación de
soledad.